Comentario a El fantasma portaliano. Arte de gobierno y república de los cuerpos de Rodrigo Karmy Bolton, Ediciones Universidad de la Frontera, Temuco, 2022.
Frente a la muerte
La poesía, la invención, la imaginación.
La máquina portaliana del orden no se juega como una teología política monumental, sino más bien como una microfísica del poder, como una tecnología o “arte de gobierno” que la episteme molar de cierta historiografía conservadora no ha podido inteligir sino más bien glorificar en la figura personal de Diego Portales. Atendiendo a esta premisa podríamos pensar la textura misma del texto “El fantasma portaliano. Arte de gobierno y republica de los cuerpos”, de Rodrigo Karmy, como un ejercicio textual y genealógico que se excede a sí mismo, como un meta-texto que insistentemente impugna la constitución oikonomica1 , es decir, del gobierno del mundo , la potencia de los cuerpos y el deseo de los pueblos, que ha ido asumiendo en occidente toda forma de poder.
A este respecto escribe Karmy en su texto:
“A esta luz, tenemos un esbozo de lo que puede ser un fantasma: una formación imaginaria —una imago— cuya función pasa por la docilización de los cuerpos del deseo o, si se quiere, por su gobierno2”.
Ya en esta cita, el texto se deja ver como un ejercicio de desocultamiento del fondo económico gubernamental, como relación micropolítica, y no soberana que apuntalará la idea de “arte de gobierno”, a partir de la configuración de una “imagen” ideal de la comunidad y el orden que va incluso más allá de la ley, como una dimensión nuclear que constituye la bipolaridad de toda la máquina gubernamental.
Las reflexiones concertadas en dilucidar los fundamentos biopolíticos del presente se concentran en una arqueología del cristianismo imperial; toda forma de poder tiene un componente teológico cristiano católico en su matriz genealógica de dominación, esas son las problematizaciones que han dejado abiertas las investigaciones de a lo menos dos importantes pensadores del mundo contemporáneo: M Foucault y G Agamben3.
Al intentar situarnos en el dispositivo oikonomico de toda forma de poder y de orden, La huella genealógica foucaultiana relativas a la gubernamentalidad deja a la esfera de gobierno como condición de posibilidad de la soberanía occidental. Agamben se instala en la genealogía foucaultiana de la analítica del poder y la gubernamentalidad y experimenta ahí una inflexión respecto de las tesis fundamentales que había venido desarrollando en Homo sacer I; el poder soberano y la vida desnuda, que afirmaba que la “soberanía” constituía la matriz biopolítica de la modernidad, para sustituirla, en el Reino y la gloria, por aquella en que el “gobierno” se presenta como el ejercicio privilegiado del poder en occidente4. Escribe Karmy al respecto en su texto:
“Quizás este sea el punto ciego que ha impedido a la historiografía asir del todo la figura de Portales: una episteme molar (la historiografía) ha intentado inteligir a un ministro que ejerció un poder molecular (el arte de gobernar)”.
“Mecanismo que trabaja incesante desde los cuerpos del poder desde los que el ministro opera: el portalianismo, legado necesariamente fantasmático, sobre el cual se erigió la república de Chile, devino así un “haz de “técnicas gubernamentales” sobre las cuales se produjo la maquinaria necesaria para transformar los cuerpos del deseo en cuerpos del poder y transvalorar completamente los valores en tortuosas pasiones tristes5”.
Así las indagaciones genealógicas, o sobre la naturaleza del poder llegan a una recapitulación decisiva a la hora de desolcultar la dimensión bipolar de la máquina gubernamental, cuya configuración interna como externa estaría constituida entre norma soberana por un lado, y la función oikonomica de gobierno, en tanto gestión y administración del mundo y la vida de los hombres, por otro, es decir, como estatuto trascendente y orden inmanente, cuya estrategia se resuelve en la docilización de la potencia de los cuerpos y la captura de la vida6 .
Identificar en la oikonomía el arcano central del poder e interrogar el nexo indisoluble que lo liga al gobierno divino del mundo, está en el núcleo de los dispositivos político-republicano de las democracias modernas y contemporáneas, a saber, de un “arte de gobierno”- el peso de la noche- como dispositivo orden, “capaz de convertir la fuerza de los cuerpos en inercia, y la vida activa de los pueblos en muerte y pasividad7”. Escribe Agamben:
“Lo que nuestra investigación ha mostrado es que el verdadero problema, el arcano central de la política, no es la soberanía, sino el gobierno, no es Dios, sino el ángel, no es el rey sino el ministro, no es la ley, sino la policía, o bien la maquina gubernamental que ellos forman y mantienen en movimiento”.8
Así, entonces, observamos que de la teología cristiana católica derivan en general dos paradigmas políticos antinómicos, pero funcionalmente conectados; la teología política, que funda en Dios la trascendencia del poder como forma soberana, y la teología económica, que sustituye a está por la idea de una oikonomía trina figurada en el hijo cristo Dios angélico encarnado, concebida como un orden inmanente- doméstico y no político en estricto sentido- tanto de la vida humana como de la divina9. Del primer paradigma derivan la filosofía política y la teoría moderna de la soberanía; del segundo, la biopolítica moderna hasta el actual triunfo de la economía y el gobierno sobre todo otro aspecto de la vida social10, así, se revela la oikonomía como gobierno; (administración y gestión) de la salvación humana realizada por Cristo; el Dios trascendente- soberano- que al mismo tiempo se ha mostrado como hijo encarnado y figura angelológica11, en la inmanencia de la historia- como gubernamentalidad-en tanto que guion teleológico de despliegue continuo y racional de todo gobierno en tanto que operador y gestor de toda forma de poder, orden y redención. Escribe Karmy al respecto en su texto:
“el peso de la noche es la expresión portaliana para designar la facticidad del poder, el arché del orden jurídico-político. Pero, como tal, no se trata de algo que esté simplemente ahí (no es simplemente el peso de la costumbre), sino del efecto del ejercicio gubernamental (social y no estatal) sobre los cuerpos: la transfiguración de la fuerza en inercia, de la irrupción de los pueblos en la parálisis de una masa12”.
La cita seleccionada aquí pone énfasis en una concepción del orden, que apuesta por la performatividad del poder, en tanto que ejercicio gubernamental singularmente productivo y de transformación de un cuerpo individual y colectivo – la república de chile- en una masa paralizada e inerte bajo el peso de la noche que la constituye, en la capilaridad inmanente del ejercicio del poder que se va produciendo en medida que se ejerce, en la flexibilidad de su función y en el pragmatismo de su acontecer, no como categoría antropológizante de relación onto teológica de la sustancialidad de una cosa, de la cual se carece, se tiene o se conquista. El peso de la noche es el ejercicio de la facticidad del poder- del capital- en su axiomática constante de mutación oligárquica, como efecto de su propia performatividad y en la inmanencia de su frágil historicidad.
Así, una teología económica constituiría una proyección del análisis de Foucault sobre la biopolítica o una continuidad de la teología política Schmittiana- no obstante, la imposibilidad de toda teología política, como paradigma político estatal, de trazar una deriva biopolítica del poder 13-, en este sentido se podría afirmar que la reflexión de Schmitt, que culmina en el advenimiento de la guerra civil mundial, inaugura el comienzo de la reflexión foucaultiana en base al surgimiento de la biopolítica14. A diferencia de Schmitt para quien el cristianismo remite al paradigma político estatal soberano de genealogía greco romana, en tanto teología política, que constituye al estado moderno, para Foucault el cristianismo se resuelve baja la mirada de un paradigma performático, “económico gestional” de “genealogía en la organización pastoral cristiana y la dirección de conciencia”, que habría dado paso a la “gubernamentalidad”, y que abre una dimensión biopolítica, reticular y ascendente del poder- que como tal sería el soporte de todo ejercicio descendente del poder como soberanía – como dispositivo y experiencia de capilaridad sensible y flexible de administración del deseo de los cuerpos y producción de subjetividad. De esta manera se sitúa la diferencia entre la teología política de deriva soberana desarrollada por Schmitt ,y la perspectiva biopolítica gubernamental propuesta por Foucault, que se revela como una novedosa consideración respecto del problema del poder en tanto lo aborda más allá de la rúbrica de la filosofía política moderna y el modelo del leviatán que le es propio y cuya comprensión lo asocia a los conceptos de la soberanía, el estado, el derecho y al aparato jurídico15, como forma trascendental, descendente y opresiva del poder16. Anota Rodrigo Karmy al respecto en su texto:
“Ahora bien, el fantasma portaliano es un paradigma político de corte gestional, administrativo, no soberano —autoritarismo social, dice Jocelyn-Holt, o mejor aún: precisamente porque es un “gobierno” y no tanto una soberanía—, el código de poder aquí comprometido parece devenir tremendamente flexible, haciendo de este un dispositivo con una enorme capacidad para adaptarse a las transformaciones17”.
Así, entonces, y siguiendo estas líneas de fuerzas problemáticas, “el fantasma portaliano” parece articular determinados problemas que remiten y se cruzan con las líneas de fuerzas de la genealogía teológica agambeniana en tanto ésta completa las indagaciones comenzadas por Foucault insistiendo en la dimensión biopolítica de la máquina jurídico- político, cuyo centro articulador se anuda en la decisión soberana del estado de excepción, de modo que el paradigma polito-estatal se muestra como tensor biopolítico, toda vez que no hace otra cosa que orientarse en función de la vida desnuda del homo sacer que habita en el medio del dispositivo de excepción18. Sin embargo, en virtud de la publicación de las clases dictadas por Foucault en el College de France tituladas “Seguridad, territorio, población”, sus investigaciones se han ampliado para abordar el otro polo de la máquina, a saber, la que dice relación con el gobierno; la oikonomía. A diferencia de los textos anteriores que giran en torno al problema de la soberanía, en el Reino y la gloria, Agamben se concentra exclusivamente en las nociones de la economía y del gobierno, trazando una genealogía no ya del estado de excepción, sino del dispositivo performatico de la gloria,19 y para ello extiende su análisis hacia el cristianismo desde donde se propone mostrar la bipolaridad a través de la cual se constituye la maquina gubernamental: La oikonomía que expresa a un poder como gobierno y gestión eficaz y a un poder como majestuosidad ceremonial y litúrgica20, con ello Agamben advierte la doble racionalidad del poder y su articulación en la maquina gubernamental como una soberanía– modelo jurídico institucional totalizante- y como un gobierno- modelo biopolítico performatico de tecnología de subjetivación-, cuya genealogía remite a la doble función angelológica; el ministirium, es decir el cumplimiento de la tarea, y el mysterium, la alabanza incondicionada a Dios. Así entonces, el gobierno sólo es posible si reino y gobierno, vale decir, Dios y ángel, soberanía y gestión, teología y oikonomía están correlacionados en una maquina bipolar. En este sentido, entonces, podríamos afirmar que las línea de fuerza problemáticas que trae consigo el fantasma portaliano son líneas de fuerza que se constelan en la economíagubernamental trazada por la genealogía agambeniana ; “el peso de la noche”, “el fantasma portaliano”, constituiría una máquina bipolar, “un monstruo ubicuo y disperso a la vez, un tipo de racionalidad política con acento en el dispositivo oikonomico performático del mitologema, en la facticidad de una técnica; “un arte policial”, como queda expresado en la siguiente reflexión que se deslizan en el texto de Karmy:
“Así, el peso de la noche sería por cierto una formación histórico-social que, sin embargo, fortalece a toda formación jurídico-institucional”21.
La tesis aquí instalada por Rodrigo Karmy apunta en dirección a la potencia del dispositivo angelológico-glorioso, de gestión y administración como núcleo de toda configuración de poder que se define en la capilaridad de su pragmática histórico- social, como tecnología económica gubernamental de performatividad axiomática del capital, en querella contra cierta la historiografía que lee o tiende a leer los procesos de instalación del poder por arriba, desde la molaridad rígida del paradigma soberano, y en el cual siguen atrapadas las tradiciones de lectura y critica tanto de la derecha conservadora, como la de ciertas izquierdas progresistas-hegemónicas.
Así, entonces, si continuamos haciendo una lectura “del peso de la noche” a la luz de una oikonoía o tecnología de gobierno- gubernamentalidad económica- en cuyo núcleo central se encuentra el dispositivo glorioso, tendríamos que seguir la tesis agambeniana que sostiene que la gloria22, más que un concepto teológico es un dispositivo cuya pragmática hace posible la articulación de la bipolaridad de la maquina gubernamental. Si existe algo así como un motor de dicha maquina será precisamente el dispositivo glorioso y su performatividad. Éste vendrá a hacer posible que la maquina pueda configurar su vocación oikonomica y apuntalar también toda forma de soberanía23. Así, entonces, la figura angelológica del cumplimiento de la tarea y el dispositivo glorioso de aclamación incondicionada- la historiografía como referente del ethos oligárquico y el fantasma que lo atraviesa- serán los arcanos de todo poder y formas de captura política, según promoción de subjetividades docilizadas en modos de optimización y producción de cuerpos alejados de su potencia en común, en función de norma biopolítica y puesta en obra por “el arte de gobierno”.
En relación a esto mismo, el texto de Rodrigo Karmy reflexiona de la siguiente manera:
“En virtud de su carácter gubernamental y no propiamente soberano, sostendremos que el portalianismo constituirá una forma de angelología, si acaso entendemos por tal uno de los modelos más antiguos de toda teoría del gobierno, cuyo carácter flexible y axiomático habría posibilitado la configuración de los tres grandes pactos oligárquicos de la república: 1833, 1925 y, finalmente, 1980, en los que el peso de la noche se dejará sentir. Los tres pactos expresarán tres fases de la axiomatización del fantasma; la última, por supuesto, asumirá la forma contemporánea del neoliberalismo24.”
Es preciso inteligir y resaltar en esta cita la relevancia de la condición axiomática y flexible “del peso de la noche”, en tanto que maquina mitológica y economía gubernamental. El imaginario oikonomico “del fantasma portaliano y sus “virtudes” de plasticidad y permanente adaptación- su performatividad- permite que éste insista en su porfiada mutación angélica de funcionario oligárquico y de glorificación “espectacular” del capital y su inagotable transición. Así, el fantasma portalaniano sería el dispositivo gubernamental- “la formación imaginaria”- a través del cual “el espectro del otrora imperio hispánico muerto” se introyecta en la nueva república, como republica del orden e instalación del capitalismo devenido mutación contemporánea neoliberal como horizonte último de sentido desde donde se explican los procesos de acumulación y la metamorfosis soberana como arte de gobierno; como oikonomía.
En este sentido, la reflexión agambeniana inicia su recorrido planteándose la siguiente pregunta: ¿por qué el poder entonces, necesitaría de la gloria como performance de glorificación?25 y, ¿cómo funcionaría el dispositivo de la glorificación? Es preciso insistir aquí entonces, que el desplazamiento en las investigaciones de Agamben, que lo deslizan desde sus trabajos asociados a la soberanía, que se articula bajo el dispositivo de la excepción como producción de lo sacrificial- sagrado de una vida desnuda – “vida humana”-, hacia el problema del gobierno; oikonomía, que se articula bajo el dispositivo glorioso como captura de lo inoperoso26 en el animal-humano,es decir desde una matriz teológico -política schmittiana, hacia una matriz económico gestional foucaultiana, que no parecen constituir una ruptura, sino más bien una cierta continuidad en términos de complementación27.La teología económica agambeniana y la teología política de Schmitt compartirían un mismo status; ambas expresarían la convicción de que la teología es capaz de legitimar un discurso y un orden político, no obstante que la operación genealógica de la teología económica agambeniana se resuelve como antinomia del paradigma teológico político schmittiano, en tanto dispositivo de gobierno, que remite a un paradigma gestional administrativo en cuyo núcleo de articulación aparece la figura angelológica del paradigma de la encarnación y el dispositivo articulante de la glorificación que permite anudar el mitologema del poder como destello de la máquina sin dejar ver el trono vació del espectáculo de su dominación, la nada que la propia gloria es. En otros términos, no habrá otro ejercicio del poder que el del gobierno, La oikonomía diluida en la pragmática de la gloria- el espectáculo-. No hay un “detrás” de las formas de glorificación, sino tan sólo la “performatividad” en la producción incondicionada de aclamaciones, alabanzas y diversos signos en el que el poder se realiza. Serán dichas formas de glorificación las que aceitan el funcionamiento “de la máquina administrativa del oficio”. No habrá un “detrás” ni una “sustancia” a dicha máquina, tan sólo la performance de las formas de glorificación que posibilitan el funcionamiento bipolar del mitologema28.
Si el fantasma portaliano, y su glorificación historiográfica, es el peso del mito; la máquina mitológica- gubernamental en tanto producción performatica de verdad y orden histórico como expresión hegemónica de los patrones de acumulación y las tradiciones de opresión y explotación articuladas en tres momentos abismales de violencia oligárquica que permite entender desde los antagonismos micipoliticos la relaciones molares de soberanía , estado y la concepción de orden que este garantiza- en tanto que republica fuerte y centralizada- para el despliegue del capital en modos de pactos juristocraticos, entonces, ahí habría que entender a Portales como el dispositivo pragmático que separa y une a la vez de modo estructural al estado-soberanía- y capital- gobierno- , subsumiendo uno en el otro, el estado subsumido al orden del capital vía arte de gobierno– , vía tecnología policial- angelica, por medio del dispositivo glorioso del peso de la noche. En ese sentido sería preciso preguntar intempestivamente y extender la línea de fuerza problemática hacia el cómo entramos en relación de disputa con este mitologema glorioso de instalación del poder y de cierta racionalidad política que hizo de Chile no una república sino una economía.29
Si la república de Chile en tanto que república del orden – configurada bajo el peso inercial del fantasma como rearticulación constante del capital y sus modos de acumulación es solamente eso; gobierno y gestión eficaz fundada sobre el operador angélico del cumplimiento de la tarea y la administración del orden como articulación- operador- que produce efectos de subjetivación basados en la sólo obediencia y en la razón normativa del ethos autoritario del carácter oikonomico de la república de Chile, entonces aquí cabe la pregunta; ¿hasta qué punto somo capaces da establecer una relación reflexiva con esta situación?, ¿ hasta que punto no somos solo funcionarios de una lengua caída a la pura administración?, ¿cómo desactivar el ethos sacrificial angelológico de la maquinaria de la operatividad productiva y oikonomica?.
Para atravesar el fantasma y sus dispositivos de gobierno- su arte de gobierno-, será necesario entonces, desactivar los códigos de la política chilena que apuntalan la maquina gubernamental de la republica opresiva de chile, será necesario establecer una relación de radical cuestionamiento a los soportes autoritarios que ha dado forma al país durante más de doscientos años con articulación dominante del capital sobre la potencias de los pueblos y su capacidad de responder con la viva expresión del deseo común de sus cuerpos a las tradiciones represivas de la oligarquía patronal hacendal financiera que los subjetiva bajo la lógica de cuerpos inerciales y cautivos de la violencia del capital y sus lógicas de acumulación. Para quebrar la mirada paralizante del fantasma y su mortal peso de la noche, será necesario entonces, al igual como lo entendió recabaren30, desactivar todos lo operadores de subjetivación sumisa- las coordenadas miméticas de modelo y copia, de edén y paraíso como regla de representación originaria de virtud y democracia que todo poder impone, y acelerar el pulso de los ritmisidad expresiva de la vida y su habitar el mundo en común.
Los pueblos se experimentan como abismales emergencias de imaginación desbordante en un acontecer insustancial y de inmanente contingencia, y desde esa potencia siempre insurrecta y sin soberanía, y ya siempre ocurriendo, inventan y crean las condiciones imagínales de expansión de los posibles y creación de una erótica31 que se moviliza desde la gestualidad de las “formas de vida”, configuradas desde una ética de la vida feliz y común, asumiendo el modo de ser de un otro de lo político no caído en la administración jurídico teológico puramente gubernamental de la vida- la razón obediente- más allá de la configuración sacrificial de la existencia que porta toda forma de oikonomia en tanto que gobierno ,administración, y gestión opresiva y salvífica de los cuerpos que remite a la materialización archeo-teleologica de la historia como presupuesto que está inscrito en el horizonte del desarrollo moderno de la tradición onto- teo-politica – subjetivante, apropiante y productivista- de ángulo excepcionalita y autoritario y su vinculación con los procesos materiales de explotación y acumulación.
El dispositivo axiomático portaliano y su manifestación actual, esta intrínsecamente vinculado con la flexibilización del patrón de acumulación del desarrollo del neoliberalismo y las transformaciones culturales de la sociedad contemporánea, en ese sentido las sucesivas revueltas, con sus distintos niveles de intensidad, pero desde un mismo cuerpo de insubordinación, que han asediado al fantasma durante una década, y que el 2019 alcanzó su máxima expresión de visibilidad transformándose en una inédita insurrección popular- entendiendo lo popular en su condición heterogénea y no identitaria32– mostro la condición misma del fantasma, es decir, puso al descubierto la propia maquina mitológica, develo el dispositivo fantasmatico, lo expuso como la contradicción misma del capital en su resquebrajada historicidad. Es ahí donde aún estamos alojados, en esa condición de historicidad, en esa coyuntura, en esa grieta abierta por la materialidad del empuje de los cuerpos sublevados de octubre; en el fisurado peso fantasmal de la republica del orden que las fuerzas oligárquicas del partido portaliano, desde el mismo día del denominado “acuerdo por la paz” del quince de noviembre, en plena impugnación imaginal y callejera del fantasma- intenta desesperadamente restituir. Desde esa disyunción expuesta, desde esa coyuntura que desarticula la facticidad histórica del fantasma, es desde donde podemos interrogar la espectralidad del devenir oligárquico y su peso inercial de muerte y pasiones tristes. Es desde la performatividad de los cuerpos que se reúnen libremente para el uso común de lo público, en continua lucha por la sobrevivencia, sin criterio transcendente y normativo- no obstante que la facticidad desestabilizada del fantasma siga operando – que destituyo no solo la constitución neoliberal de la gubernamnetalidad guzmaniana, como rearticulación del fantasma, sino que también desterritorializo cuestiones de clases, raza y sexo desplegadas precisamente por y desde el mitologema fantasmal y la facticidad del fondo económico gubernamental del orden oligárquico dominante. El asedio al fantasma portaliano sigue latiendo en el interregno, en la apertura que muestra el esqueleto desarmado de un viejo régimen deslegitimado y cínico que apuesta por la metamorfosis rancia del fantasma y sus formas de modernización pasiva pero que ya siempre está golpeando la resistencia anti oligárquica de los pueblos en la lucha por su sobrevivencia , será entonces, desde ese lugar imaginal de resistencia que los pueblos de chile- en el instante de su mayor peligro, cuando el poder de turno les ofrece nada más que agenda económica y gobernabilidad, activen la sensibilidad común y apuesten por seguir elaborando procesos y prácticas políticas que radicalicen la democracia, en una politicidad sin arché que sería la posibilidad de imaginar y habitar otra vez el mundo en el medio de la devastación total de la vida en el planeta, con la cautela de no caer en los rincones inertes de la misma máquina fantástica.
NOTAS
1 “Este concepto lo utiliza Agamben para investigar los modos y las razones por los que el poder ha ido adquiriendo en Occidente la forma de una oikonomia, es decir, del gobierno de los hombres. Se sitúa, por tanto, en la estela de los trabajos de Michel Foucault sobre la genealogía de la gubernamentalidad; pero trata, a la vez, de comprender las razones internas por las que aquellos no alcanzaron su culminación. La sombra que la interrogación teórica del presente proyecta sobre el pasado alcanza aquí de hecho, mucho más allá de los límites cronológicos que Foucault asignó a su genealogía, a los primeros siglos de la teología cristiana, que contemplaron la primera e incierta elaboración de la doctrina trinitaria en la forma de una oikonomia”. Agamben, Giorgio. El Reino y la Gloria. Por una genealogía teológica de la economía y el gobierno. Homo sacer II, 2. Trad. Antonio Gimeno Cuspinera. Pre-textos, Valencia, 2008, p. 13.
2 Rodrigo Karmy. El fantasma portaliano.Arte de gobierno y la republica de los cuerpos. Ed. Ufro 2022.
3Así, Foucault se habría interrogado acerca del pastorado cristiano como línea de fuerza de la gubernamentalidad contemporánea y Agamben lo habría hecho acerca de la teología económica ínsita al desarrollo de la maquina gubernamental contemporánea. Rodrigo Karmy. El Ángel encarnado, notas para una genealogía teológica de la biopolítica.
4. Agamben, Giorgio. El Reino y la gloria. OP. Cit
5 Rodrigo Karmy. El Fantasma portaliano. Pag 17 – 18- 38. Op.Cit.
6 Rodrigo Karmy .La máquina gubernamental, soberanía y gobierno en el pensamiento de Agamben.
7 Rodrigo Karmy. El Fantasma portaliano. Op. Cit.
8 Agamben Giorgio. El Reino y la gloria. Op. Cit.
9 Agamben, Giorgio. El Reino y la Gloria. Op. Cit
10 Agamben, Giorgio. El Reino y la gloria. Op. Cit.
11 Así, la angelología no será más que una función gubernamental que, por serlo, se orientará al cumplimiento incondicionado de una obra. El Ángel, no puede ser sino operoso. Dios ha creado el mundo institucionalizando la separación ontológica entre creador y criaturas, el ángel ingresa a la escena en un segundo tiempo para administrar la misma creación divina. En este sentido, si Dios es capaz de crear algo, los ángeles solo serán capaces de administrar, el primero funda, los segundos conservan, el primero ordena, el segundo ejecuta. Rodrigo Karmy. El ángel encarnado. Notas para una genealogía teológica de la biopolítica.
12 Rodrigo Karmy. El Fantasma portaliano. Pag. 34. Op. Cit
13 Al respecto revisar el debate entre Schmitt, Benjamín y Peterson. La gran batalla teopolitica que merece tres guerreros.
14 Rodrigo Karmy. Políticas de la excarnación. Para una genealogía teológica de la biopolítica.
15 Rodrigo Karmy. Políticas de la excarnación. Para una genealogía teológica de la biopolítica. Op Cit
16 Foucault deconstruye la teoría de la soberanía, la cual, sería transversal desde Hobbes a Schmitt. Para Foucault, el poder no es algo que se adquiera, arranque o comparta, pensarlo de esta manera es presuponer que el poder es una “cosa” de la cual se puede carecer o tener, por el contrario, para Foucault el poder no es una cosa sino una relación que se ejerce a partir de innumerables puntos y en cual se juegan relaciones móviles y a la vez no igualitarias. Se trataría entonces, de estudiar las relaciones de poder en sus prácticas efectivas, allí donde actúan y cobran un rol directamente productor. Así entendido, el poder no se aplica, sino más bien se ejerce, produciéndose así mismo en su propio ejercicio. Por ello, el poder tiene, para Foucault un carácter productivo y no solo represivo como lo piensa la clásica teoría de la soberanía. Se trataría entonces, de pensar con Foucault como y que es lo que las relaciones de poder producen: cómo funcionan sus prácticas, cómo es que operan los procesos de subjetivación, y como es que el propio ejercicio del poder produce determinados efectos de verdad. Rodrigo Karmy. Políticas de la excarnación. Op. Cit.
17 Rodrigo Karmy. El Fantasma portaliano. Pag 35. Op. Cit.
18 Rodrigo Karmy, La máquina gubernamental. Op. Cit.
19 La genealogía de la gloria trazada por Agamben, indica el punto en que la liturgia cristiana se circunscribió al fenómeno performativo de la aclamación entre las cuales el Te Deum se encontraría como una de las alabanzas más importantes. La liturgia no solo constituye un aspecto teológico, sino también político, y que por tanto se presenta como un umbral entre eso dos elementos. La etimología griega de la palara “leiturgós”, que literalmente significa acción o servicio público. El umbral en el cual lo teológico encuentra su forma política y la política su fuerza teológica encontrara su articulación a partir del dispositivo aclamativo de la gloria. La aclamación que une de manera promiscua cielo y tierra, ángeles y funcionarios, emperador y pontífices, estaba destinada a desarrollar un rol importante en el cruce entre poder profano y poder espiritual. Así pues, el punto de cruce entre poder profano y poder espiritual que se advierte en la performatividad de la aclamación definirá al dispositivo de la gloria. Agamben. El reino y la gloria. Op. Cit
20 Agamben Giorgio. El Reino y la gloria. Op. Cit
21 Rodrigo Karmy, El Fantasma potaliano. Pag 33. Op. Cit.
22 La gloria se define efectivamente como un dispositivo pragmático que constituye la eficacia de la aclamación de todo poder. El “espectáculo” de hoy no sería sino la versión consumada de la liturgia de ayer. La democracia contemporánea, afirma Agamben, es una democracia basada integralmente en la gloria, es decir en la eficacia de la aclamación, multiplicada por los medios masivos más allá de toda imaginación. Agamben El Reino y la gloria. Op. Cit.
23 Rodrigo Karmy. La máquina gubernamental. Soberanía y gobierno en el pensamiento de Agamben. Op. Cit.
24 Rodrigo Karmy. El peso de la noche. Pg. 36. Op. Cit.
25 El Reino y la gloria. Op. Cit.
26 Habría que pensar aquí la inoperosidad como el ser faltante de obra, el hecho que no haya un destino natural ni divino que determine a la obra del hombre como relación sacrificial- productiva con el mundo y en relación archeo-teleológica con la historia. El problema es como liberar la praxis (el centro inoperoso de la vida) de la oikonomia y deponer el tiempo cronológico, y por tanto desactivar la actividad gubernamental de la temporalidad dominante. Donde hay gubernamnetalidad hay tiempo cronológico y vida sacrificial-productiva- vida operosa-. La deposición de la gubernamentalidad supone la suspensión del tiempo lineal anudado a la temporalidad del capital y por lo tanto la puesta en juego de una vida inoperosa an-economica que supone una destrucción de la estructura sacrificial de la historia y su máquina teo-policial y la restitución de los vivos latidos de un común hacia una apertura a la felicidad como relación profana con el mundo y la proliferación de las libres formas de vida más allá de las determinaciones del mito sacrificial de la existencia.
27 Rodrigo Karmy. Políticas de la excarnación. Para una genealogía teológica de la biopolítica. Op. Cit.
28 Rodrigo Karmy. Pensar la voz absolutamente. Revista Papel máquina, número dedicado a Agamben. 2018.
29 Rodrigo Karmy. El fantasma portaliano. Arte de gobierno y república de los cueros.Op. Cit.
30 Luis Emilio Recabaren. La materia eterna e inteligente.
31 Aquí se abren dos líneas de fuerzas problemáticas opuestas de lo político;, una teológica-cristiana latina que plantea que entre deseo y elección hay voluntad, libre albedrio, es decir una metafísica del sujeto , -de la soberanía y el gobierno, y otra judío árabe- averroísta- , que plantea que entre deseo y elección media la imaginación como una potencia anónima, impersonal, de-sujetivante y desprivatizada y por tanto necesariamente común, es decir una erótica- una ética- como experiencia imaginal de invención y creación desjerarquizada de formas de vida feliz y en común de- sujetadas de un arte de gobierno y dirección que designa el ejercicio de una conducción angélica y policial de una voluntad que teo-antropologicamente administra y gobierna la vida de los hombre como gestión opresiva. Rodrigo Karmy. La falta de Averroes, esbozo para una erótica de las formas de vida.
32 Sergio Villalobos Ruminott. Asedios al fascismo. Del gobierno neoliberal a la revuelta popular. DobleAEditores.2020
Miguel Ángel Hermosilla es Profesor de filosofía y Magister en literatura.