“Los excesos cometidos en nombre del deber de la memoria sugerirían adoptar un deber del olvido: la formula puede disgustar a alguien, pero se impone. Si piensas en el desafortunado héroe de Borges que no podía olvidar y vivía por esto en un infierno incapaz de borrar cualquier cosa del caos que invadía su pobre cabeza. Lo mismo vale para un grupo humano: al no querer olvidar nada se nos expone al peligro de confundir el presente vivo con un falso presente alucinatorio que parasita al primero en nombre de las ofensas no reparadas del pasado”. Daniel Lindenberg: Figures d’Israel, Hachette, 1997, página 17
Vi el documental Born in Gaza de Hernan Zin (se puede encontrar en Netflix): cuenta la historia de diez niños de entre seis y catorce años, durante la guerra de 2014, una de las tantas guerras que Israel ha dirigido contra los palestinos, y los palestinos han dirigido contra Israel. Estos niños hablan de los bombardeos, de las heridas que han recibido, del terror que viven cotidianamente, del hambre que sufren. Dicen que la suya no es vida, que sería mejor morir.
Es probable que estas personas, que eran niños en 2014 sean hoy militantes de Hamas, y que hayan participado en la orgía de terror del 7 de octubre.
¿Cómo no entenderlo? Si yo estuviese en su lugar, en vez de ser un viejo intelectual que se está muriendo cómodamente en su casa en una ciudad italiana donde por el momento no hay bombardeos, si yo fuese uno de ellos que eran niños bajo las bombas del 2014, hoy sería un terrorista que quiere matar a un israelí. ¿Estaría horrorizado?
Cierto, pero mi apacible pacifismo es solo un privilegio del cual gozo porque no he vivido mi infancia en Gaza, o en muchos otros lugares como Gaza.
Por esto Israel solo tiene una forma para erradicar a Hamas: matar a todos los palestinos que viven en Gaza, en los territorios ocupados y también en cualquier otro sitio: todos, todos, todos, sobre todo los niños.
Por lo demás es precisamente aquello lo que están haciendo, ¿no? Se llama genocidio, pero es del todo racional, ¿no?
De hecho, los muy racionales gobernantes europeos apoyan el genocidio. Macron ha dicho que quería participar del genocidio con una coalición.
Scholz ha dicho que, habiendo Alemania cometido un genocidio en el pasado, ahora es su deber apoyar a quien está realizando un genocidio hoy. ¿Es el único modo para erradicar el terrorismo, no?
Quizás si hubiese otro modo para erradicarlo: la paz sin condiciones, la renuncia a vencer, la amistad, la deserción, la alianza entre las víctimas: las víctimas de Hitler, las víctimas de Herodes-Netanyahu. Pero las víctimas, parece, aspiran solo a devenir verdugos, y a menudo lo logran. Por tanto, la espiral no se detendrá, y no sabemos qué vórtice está destinada a alimentar.
Hay algo de monstruoso en la mente de los palestinos que vivieron en el terror. Y hay otro tanto de monstruoso en la mente de los israelíes. ¿Pero cómo podemos juzgar el comportamiento de los pueblos, como podemos juzgar las explosiones de violencia que se multiplican en la vida colectiva? ¿Podemos juzgar el comportamiento de los militantes de Hamas o el de los israelíes en términos éticos, o en términos políticos?
La razón ética está fuera de juego, porque la ética está totalmente eliminada del panorama colectivo de nuestro tiempo y de la consciencia de la gran mayoría.
Ética y valoración de la acción del punto de viste del bien del otro como continuación del bien de sí. Pero en las condiciones de guerra generalizada en las cuales se mueve la humanidad sobreviviendo al humano, el otro es solo enemigo: y esto es el efecto de la infección liberal-competitiva, y de la infección nacionalista: la defensa del territorio físico e imaginario se transforma en guerra.
La ética está muerta, y la piedad está muerta. No hay ética en el comportamiento de los jóvenes crecidos en la prisión de Gaza, porque su mente no puede considerar al otro (el soldado israelí que te aguarda con el arma desenfundada en cada cruce de calles) si no como carcelario, torturador, enemigo mortal. Cada fragmento (pueblo, etnia, mafia, organización, partido, familia, individuo) lucha desesperadamente por la propia sobrevivencia, como lobos que combaten contra lobos. El videojuego que nos instruye a competir en condiciones de guerra omnipresentes e hiper-veloces.
La razón ética, y también la razón política, no tienen más pertinencia en una situación en la cual la decisión estratégica es sustituida por micro-decisiones de sobrevivencia inmediata. Israel reacciona a la cruel violencia de Hamas en una manera que puede ser o no militarmente eficaz. Pero ciertamente no es eficaz desde el punto de vista político.
El grupo dirigente de Israel es un grupo de mafiosos corruptos que desde hace años hacen espectáculo con su cinismo y su oportunismo. Ahora se encuentran de frente a una situación que no habían ni siquiera imaginado, y que supera su facultad de comprensión política. El pueblo entero de Israel ha perdido la cabeza. Todo en el comportamiento de los israelíes prueba que está en curso una crisis psicótica. Esto les hará bastante mal a los palestinos, pero también muy mal a los israelitas.
¿No tiene quizás ojos un judío? ¿No tiene manos, órganos, miembros, sentidos, afectos y pasiones?
¿No se nutren ellos quizás de la misma comida de la que se nutre un cristiano?
¿No es herido por las mismas armas?
¿No es cuidado y curado por los mismos remedios?
¿Y no es finalmente calentado y enfriado por el mismo invierno y el mismo verano que un cristiano?
¿Si nos pinchan no vertemos sangre, quizás?
¿Y si nos hacen cosquillas no nos ponemos quizás a reír?
¿Si nos envenenan, no morimos?
(Shakespeare: Il mercante di Venezia)
Desde un punto de vista ético Israel ha olvidado desde hace mucho tiempo, incluso desde el inicio de su existencia, que el otro tiene la misma humanidad que tienes tú, tiene la misma sensibilidad que tienes tú, y naturalmente tiene los mismos derechos que tienes tú. Pero también desde el punto de vista político los israelitas están realizando acciones que se volverán atrozmente en contra de ellos.
He leído las declaraciones de los políticos y militares que gobiernan Israel: hablan de animales humanos a exterminar, hablan de quitar a los habitantes de Gaza (dos millones y medio) electricidad, combustible, comida y agua. Lo dicen y lo están haciendo.
¿Cómo pueden? No hay una explicación ética, ni política. La única explicación del comportamiento de los unos y los otros es la psicopatía, el sufrimiento psíquico, la miseria psíquica, el deseo de sangre, de horror, de muerte.
Por lo tanto, es necesario explicar esta guerra en términos de psicopatogénesis, como un efecto de la incapacidad de las víctimas para tratar su dolor. Desde hace tiempo me he convencido que el único método cognoscitivo capaz de comprender la cadena de violencia que se despliega en Medio Oriente, y en gran parte del mundo, es el del psicoanálisis, el de la psicopato-genealogía.
Lo que sucede ahora en Medio Oriente no es más que el último anillo de una cadena que inicia con la primera guerra mundial, la derrota de los alemanes, y el castigo infligido al pueblo alemán por los franceses e ingleses, en el Congreso de Versalles de 1919. La opresión y la humillación empujaron al pueblo alemán a buscar venganza: ese deseo de venganza se encarnó en Adolf Hitler. Los judíos fueron la víctima elegida, acusados sin razón alguna de haber provocado la derrota de 1918.
La persecución y exterminio de los judíos en los años de la segunda guerra mundial provocó un inmenso y prolongado sufrimiento que buscó alivio en la creación de un estado criminal cuya primera acción desencadenó la venganza contra un pueblo que no tenía nada que ver con el Holocausto, pero que era suficientemente débil para volverse la víctima de la víctima.
La humillación inmediata por manos de los nazis exigía una compensación psíquica, y esta compensación es la persecución y exterminio del pueblo palestino. Creo que Israel no saldrá de esta prueba: el pueblo de Israel estaba ya dividido de forma irremediable, Netanyahu deberá rendir cuentas de la división provocada, y de la falta de preparación que la siguió. Pero no bastará, porque la derecha abiertamente racista de Israel (Liberman, Ben Gvir, etc.) está destinada a reforzarse de este tsunami de odio.
¿Podemos pensar que incluso en caso de una victoria militar de Israel después de millares de muertos palestinos e israelíes la dialéctica política podrá continuar en el estado de Israel? Yo creo que Israel va hacia la desintegración. ¿Cuántos israelíes querrán permanecer en ese desierto, después de este que se está realizando y que se realizará? Solo los armados, solo los que están listos para matar y desean matar permanecerán, creo. Si ha ya desencadenado un vórtice de odio contra Hamas, pero también un sentido de culpa de ser transformados en autores de un genocidio certificado.
Este vórtice la política no lo podrá gobernar ni comprender. Solo la mirada clínica puede comprender, pero no creo que pueda curar. Estamos de frente a una psicosis de masa dotada de altísima potencia de contagio. Lo que debemos hacer en primer lugar es no sufrir el contagio, para evitar de terminar como aquel desequilibrado de Giuliano Ferrara que grita frases de borracho delante de una multitud de desequilibrados.
Pero es necesario también producir una vacuna cultural y psíquica contra el contagio, y esta tarea que el psicoanálisis no supo realizar en el siglo pasado es la tarea que tenemos por delante, si no es demasiado tarde.
Post Scriptum
¿Cómo se “cura” la crisis psicótica, sobre todo si es colectiva? No tengo respuesta.
Es la pregunta que se planteó Sándor Ferenczi en 1919. Dijo: “nosotros psicoanalistas podemos quizás curar las neurosis individuales, pero para la psicosis de masa, no tenemos conceptos ni curas”.
Creo que estamos en el mismo punto.
Pero en este momento está sucediendo algo inquietante. Miren las imágenes del estadio de Glasgow, ayer. Cien mil personas (no sé cuántas, una marea) agitan banderas palestinas, gritan continuamente… a mí me da miedo. No me gustan los estadios, nunca me han gustado. Quiero decir que podría desencadenarse una oleada de antisemitismo verdadero (no de aquel de los idiotas israelitas que gritan al lobo y después el lobo aparece de verdad y nadie les cree ya).
Miren la sesión de la ONU de ayer. Miren las universidades americanas. Escuchen el discurso de Erdogan, que grita, rabioso: “Hamas es un grupo de liberación”. Por todas partes el grupo dirigente occidental sionista es minoría, de hecho, a decir verdad me parece que los blancos son rodeados por una marea creciente de gente que afila los cuchillos.
Desafortunadamente no hay ningún internacionalismo, ninguna estrategia común. Hay una ola de odio que parece tener los colores de la venganza. Israel está en una situación de pánico y confusión, esto es evidente.
Han perdido, me parece, pueden matar a cuanta gente quieran, pero han perdido.
¿Pero quién gana?
Traducción: Luca De Vittorio
