Ironía del dispositivo: nos hace creer que en ello reside nuestra “liberación”. Michel Foucault. Historia de la sexualidad. La voluntad de saber.
Si las sociedades de control caracterizadas por Foucault y Deleuze como dispositivos abiertos del ejercicio del poder, propios de los modos biopoliticos de producción de subjetividad en las sociedades neoliberales contemporáneas, son también variaciones de la soberanía del capital, como fórmulas de adaptación de las transformaciones de los patrones de acumulación en la fase expansiva y flexible del capitalismo tecno planetario, entonces habría que trazar una interrogación radical respecto de las formas modernas de organización del poder y sus efectos inmediatamente políticos y materiales de apropiación del sentido como algo dado e incuestionable. El arte- facto como contra- dispositivo, que interrumpe las narrativas lineales de la dominación mercantil y las formas del mando social, tendríamos que entenderlo como un “acontecimiento” que irrumpe y pone en cuestión la razón cronológica del tiempo de la explotación, o como “gesto “que suspende las lógicas productivas del orden establecido por los consensos del capital sobre nuestras vidas.
Si el neoliberalismo es una instanciación en los modos generales de las formas de producción capitalista, caracterizado por establecer mecanismo de dominación disimiles a las formas soberanas y clásicas de explotación, pero que tiene una matriz en común con las dinámicas de expropiación de los dispositivos sacrificiales de la modernidad apropiante, entonces, habría que pensar el desplazamiento neoliberal como inscrito en un horizonte de “libertad” propio de la crisis general de los modos clásicos de acumulación y del despliegue acelerado de formas de privatización, cuyo objetivo esencial fue la restauración de la dominación de clases, que como observó “David Harvey”, habrían quedado debilitadas luego de la entrada en curso de las formas estatales de la planificación de la economía- estados de bienestar y keynesianismo de por medio -que surgieron en el periodo de posguerra para hacer frente a los vaivenes propios de la crisis de los ciclos de acumulación capitalista en Europa y gran parte del mundo .Así, el giro neoliberal tendría que leerse como un movimiento a la derecha del entramado epistémico del paradigma de la propiedad bajo la signatura de la “libertad personal” y el dispositivo individual de la maquinaria del trabajo y la renta del capital.
El régimen de luz que distribuye lo visible y lo invisible de los enunciados apócales, que según lee Deleuze del efecto dispositivo en Foucault, se ocupa de des-olcultar toda episteme como líneas de fuerzas constitutivas de enunciaciones que distribuyen variables discursivas de orden científico, social, político y estatal, nos propone pensar la inscripción “libertad personal” como dentro de un ámbito de visibilidad o régimen de enunciación que se desplaza dentro de un campo de líneas de fuerza orientado a producir un supuesto saber que envuelve una línea con otra, es decir, el vector “libertad personal” sin sujeto, jugaría aquí como mecanismo de mandato- obediencia en un dominio de juegos de poder que delimita un a- priori histórico desde donde emerge la máquina de captura neoliberal como operador- dispositivo que sucede a otros campos de enunciación de verdad desde donde fueron trazados otros componentes de visibilidad y líneas de subjetivación que marcarán un fisura de variación discontinua en el mismo dispositivo moderno de producción de poder. No es una sucesión lineal que dialécticamente supere a un periodo dentro de una recta histórica progresiva en la teleología del capital, sino más bien una distribución de mecanismos de fuerza que se desplazan intempestivamente en una “positividad teologizada” que irrumpe como articulación jurídica, tecnológica y militar para hacer frente a una urgencia política de contorción económica de la funcionalidad de la máquina, y que tiene un efecto más o menos inmediato de restauración. (Agamben, “que es un dispositivo”). Así el dispositivo neoliberal; “libertad personal”, reacciona como un entramado performatico- practico del gobierno general del reino- del capital- para administrar en nombre de una oikonomia teológica de los sentidos, los destinos “del mundo de las criaturas”.
Así, la “teología oikonómica” del dispositivo persona = libertad, operaría en el interior de la facticidad neoliberal, como una tecnología de gobierno que reacciona como pura administración y procedimiento, desprovista de toda ontología esencial de la operación, de este modo, tendríamos que la teología neoliberal como oikonomía, es decir como puro gobierno y gestión, instala el dispositivo “persona + libertad” = “persona+ propiedad”, para (dis)poner del humano como criatura orientada al control funcional y útil de su comportamiento, este operador propieatarista – el dispositivo individuo- estaría a la base de todo calculo procedimental neoliberal, en un campo abierto no soberano- estatal, de explotación de sí mismo y coerción sin redención.
Ahora bien, en plena crisis neoliberal, en el medio de la convulsión general de la fase superior del aparato expansivo y colonial del capitalismo global tecno-planetario, habría que preguntarse; ¿cuál es el dispositivo del que dispone la máquina imperial capitalista para perpetuar su dominio sobre la tierra? Si bien asistimos a la crisis de las formas monumentales de dominación y los dispositivos tecno- capitalistas de orden cibernético de consumación de la violencia y la guerra son develados como comandos descentrados de un “nómos de la tierra”, que a esta altura parece carecer de tierra, y que se visibiliza como pura norma de conquista sin habitar, entonces cabría preguntar si las nuevas formas de gubernamenalidad contemporánea no se agotan en los dispositivos de captura y producción de subjetividad, sino que más bien se extienden como redes de tecnificación infinitas y proliferación nomádicas de mutación desterritorializada del “homos economicus”, que en una axiomática de la producción- acumulación técnica, ahora sin nómos de agenciamiento espacializado en tiempo real de apropiación y explotación, se encumbran como “cibernética orbital” y fascitización general de la reproducción social, cuyo horizonte de dominación prefiguran lianas de cooptación sin inteligibilidad aun reconocidas.
El arcano del poder, y la forma imperial del orden civilizatorio, prueba que el telos performatico del gobierno de los cuerpos y el sometimiento de los pueblos, no siempre se deja ver como una totalidad univoca de subyugación explicita, sino que más bien, se expresa como una tecnología sofisticada de “excepcionalidad” en el continuum de su aniquilación. Todo régimen y modelo teo-colonial de sometimiento se muestra como orden naturalizado al interior de un arconte institucional y jurídico de tecno-gobernabilidad, que en su interfaz maquinal des-oculta la “humanidad” del poder y sus modos pastorales de conquista y explotación, la interrupción de esta máquina oikonomica, podría ser la tarea de una política del “gesto” y la deconstrucción arte- fáctica de la planificación general de los sentidos, que toda empresa fascista o neofascista se apresta a modular.
Todos los cuerpos devienes arte- factos, todos los pueblos portan, cuando son pueblos, es decir cuando resisten las arremetidas de la violencia de la historia, un conatus como deseo de interrupción de su matanza, como gesto de alteración de los dispositivos en el que sus cuerpos- su experiencia viviente- son capturados y maltratados.
El pueblo palestino, la lucha de los gazaties, en el medio de la concentración del horror y la clausura imperial de la tierra, se muestra como “gesto arte- factico” de resistencia contra la guerra civil planetaria promovida por el sionismo y la configuración neofascista del planeta.
Todos los pueblos del mundo hoy pueden ser Palestina, identificar la lucha de los Palestinos con el destino cultural y territolializante de un conflicto localizado en el medio oriente, sin atender el carácter colonial de la usurpación de una forma-de- vida, es no entender el problema general del estatuto de la existencia contra la violencia imperial. Ningún pueblo puede ser indiferente a la resistencia de otro pueblo, pues, estos son cuerpos des-sujetados que se mueven sin cartografías monumentales de representación y marcas identitarias contra el vasallaje del nómos metropolitano y la devastación de todas las formas de mundo.
Los pueblos arte-factos, los que se desparraman como conatus sin logos por la superficie plana del globo en extinción, son también el gesto insurgente de la desobediencia abierta contra la aniquilación sin rostro, contra la guerra cibernética de la agonía de la tierra, contra la movilización total del ejército enjambrado del capital, el arte de los pueblos, la imaginación de su lucha, no tiene demarcación política ni geográfica, Palestina es la khóra de la resistencia, el lugar sin lugar que abre los surcos en el tiempo intempestivo de la lucha anticolonial y común de los pueblos.
La sensibilidad material de los cuerpos- los pueblos y su potencia- que se mueven y se desplazan activamente por “fuera” del orden cronológico de la captura biopolitica de las relaciones de dominación, desacatan la representación humanista de la consumación utilitaria del nihilismo neoliberal, y hacen de su existencia un ejercicio antagónico a la promoción de los cuerpos productivos, se trata de encontrar en el movimiento, el “gesto” an-economico que desactive la liturgia sacrificial de cualquier soberanía y sus poderes vigentes, se trata de activar la vida como potencia de libración de los cuerpos de cualquier dispositivo de lo útil y “abrirlos a un nuevo uso posible” de resistencia y emancipación. El común de los pueblos oprimidos, el acercamiento “inoperoso” de su quehacer subversivo se articula en la existencia, arte -fáctica de sus luchas cotidianas, en el gesto irreductible de sus prácticas inoperosas, pues el gesto arte-factico es la detonación general de la existencia contra su persistente destrucción.
Será un arte- facto, el contra dispositivo de cualquier forma de sometimiento porque en él se encuentra la existencia abierta y singular de todo forma-de-vida, el arte y el uso indeterminado de toda potencia de lo viviente contra la crianza y la domesticación de la palabra divina, contra el orden burgués de un mundo sometido siempre a una regla de cálculo, contra todo lo que busca instalar un origen, disponer de un medio y volcarse hacia un fin como propósito teo-político de estandarización general de la vida y usurpación mercantil de la existencia.
El saber hacer del arte de los pueblos se agita en el uso abierto e irreductible de un devenir clandestino “del uso de los cuerpos”, es el Wallmapu un instante de recuperación de mundo y un habitar a la contra de la representación mercantil de la tierra, pues, es en la lucha y resistencia de la gestualidad ética de estos pueblos que se abre una posibilidad contra la expropiación de lo común “del hombre sin contenido”, asumiendo una forma de hacer política que no calza con el arte y la programación estética de la domesticación de lo bello para asumir el cuerpo roturado de la violencia necro política y la invasión colonial. El poder del arte-facto como imaginación y potencia de una “experiencia inquietante” irrumpe sin política soberana desde la “stasis” y los bordes metropolitanos del “imperialismo colonial”, pues, todo dispositivo no es otra cosa que el diagrama de representación que el capital instrumentaliza para garantizar el bucle de su soberanía amenazada, y los fascismos de toda laya juegan ahí su protagonismo de ambigüedad y confusión, pero que se advierten siempre como la continuidad agazapada del continuum de la explotación y la regla inalterada de la propiedad, el fascismo como dispositivo, no es otra cosa que la planificación estratégica de la regla del capital, que en ciertos momentos de historicidad aparece como deslindado “del discurso filosófico de la modernidad” y complicitando contra el orden financiero global. El problema de estos dispositivos securitarios de la ambigüedad; nos referimos explícitamente aquí, a los neofascismos contemporáneos, que se juegan en el despliegue de la crisis del capitalismo en la su fase neoliberal, y que comparten similitudes filiales con el “meta dispositivo” “persona” del individualismo neoliberal, es que son la continuidad hipertrofiada del plexo autoritario de la acumulación acelerada y concentrada del capital, que se mueven como “una mina flotante, imprevisible e incontrolable”, acelerando las tecnologías de la “libertad” por medio de la “ guerra y la movilización total” que la maquina colonial impone como programa integral de dominación general.
Los movimientos arte-facticos – instante de respiro de los pueblos- y de interrupción de este entramado fascista tendrán que entreverarse con este horizonte de sentido que impone el orden tecno-planetario de la “máquina humanista” del cálculo y la “excepción”, “en tanto ejercicio de anexión y apropiación de la tierra”. No hay lugar a salvo de este dispositivo, no existe un espacio sacro que garantice su inmunidad, pues, el archivo político de estos nuevos rostros del orden conservador – reaccionario y su relación con la pauta global contemporánea, es su reversibilidad performatica; su “pragmatismo ideológico”, que a la hora de situar posición respecto de las relaciones de explotación y dominio, no son otra cosa que el rebrote del “ethos neoliberal y la vida como emblema empresarial”, pero que en la agonía de un horizonte de emancipación se muestran como el reverso confuso en la escena de la injusticia mundial, como el doblez “libertario” de la democracia liberal, como el revés irreverente del progresismo global, que en su estrecho y visible margen de acción y movimiento parecen zafar del paradigma inequívoco de la encarnación de muerte de la máquina imperial.

