En el apremio de las circunstancias históricas hemos transitado de las filosofías de la vida a filosofías de la muerte, en cuanto abren el reverso mortífero de las doctrinas de la vida acontecidas. En el siglo XIX, surgieron las llamadas “filosofías de la vida”, y también surgió un análisis económico-filosófico de la explotación. Hoy vemos emerger, al hilo de la matriz de análisis biopolítica y sus derivas, un pensamiento que analiza el ensamblaje entre la explotación económica y la excepcionalidad política con sus efectos mortíferos, al hilo de una restitución de la escena material cuyo pensamiento se abre al tiempo de la catástrofe. Se trata de un pensamiento que se da en un cruce entre política y estética, es decir, que acontece pensando el vínculo entre imaginación y violencia, intentando exponer los marcos de visibilidad o estructuras imaginales que articulan narrativa y espacialmente la fractura biopolítica entre la vida ascendente y lo heterogéneo sacrificial en nuestros días.