Estoy en París. Ayer por la noche, pasé cerca del sitio de la matanza en la calle de Beaumarchais. Cené en un lugar que está a diez minutos otro blanco de los ataques. Todos a quienes conozco están bien, pero muchos que no conozco están muertos, traumatizados o en duelo. Es indignante y terrible. Hoy las calles estaban ocupadas por la tarde pero vacías por la noche. La mañana se despertó inerte. Debates televisados que tuvieron lugar inmediatamente después de los acontecimientos parecen dejar claro que el “estado de emergencia”, aunque temporal, en realidad crea el precedente para un estado de seguridad intensificado. Los temas tratados en la televisión incluyen la militarización de la policía (cómo “completar” el proceso), el espacio de la libertad y la lucha contra el “Islam”, este último entendido como una entidad amorfa. Hollande, al nombrar esto como “guerra”, trató de parecer varonil, pero lo que más llamó la atención fue el aspecto imitativo de su performance – el asunto se ha vuelto difícil, así que dice su discurso serio. Y, sin embargo, este es ahora el bufón que asume el papel de jefe del ejército.