El objetivo de este artículo es argumentar que es posible entender la teoría queer como una crítica poshistórica, es decir, como una corriente que no sólo cuestiona el esencialismo sexual y la heteronormatividad –sus blancos teóricos más comunes– sino también la idea de progreso histórico. Sin embargo, a menudo los estudios queer son presentados como una defensa de la vanguardia sexual. El fin de este artículo es reflexionar sobre esta aparente contradicción y ofrecer una lectura alternativa de este campo teórico que tome en serio sus ataduras hacia lo normativo.