Mauro Salazar J. y Carlos del Valle R. / La Abuela amargura: goces del capital y progresismos laxos

Filosofía, Política

No se puede hablar de imágenes, sin hablar de cenizas. Georges Didi-huberman

Nuestro Reyno, que vive de las mercancías efímeras,ha domiciliado en su atribulada vida cotidiana, la saturación mediática y la fragmentación como formas que renuevan la producción y liberalización de los consumos visuales. Ello sucedeen el atardecer del Chile post-octubrista (vértigos destituyentes), cuestión que, nuevamente, nos recuerda la imposibilidad de una distancia entre facticidad y pensamiento crítico. Esta trama se asemeja a los espejos rotos de Borges (luz y sombra). En 1977, el escritor argentino sostenía, “Yo de niño temía que el espejo me mostrará otra cara que ocultaría algo sin duda atroz”. Ciertamente, cuando cae la unidad de la imagen, nadie quiere verse retratado en aquella desemejanza macabra que proyectan las “transiciones adulteras” en la región que, sin restañar, perpetraron impunidades normativas y vidas de derechas. Huelga señalar que aquí el nihilismo -en su escena no originaria– sería la condición histórica de la “acumulación capitalista”. En un contexto de distopías no románticas y de valores sin sombras, se renueva el flujo de las mercancías. En lo parroquial, el personaje de turno –La Abuela– ha puesto el colofón para que la lengua política del congreso asuma su vileza en el grado cero de la “política representacional”. Para que los rostros se vean demacrados en el espejo de la locura cuando se ha consumado la liquidación de todos los referentes o fines últimos. De tal suerte, el virus de la hipersimulación -en plena autonomización- ha dislocado la diferencia de lo “verdadero” y lo “falso”, de lo “real” y lo “imaginario”. La hiperrealidad ha trastocado al Estado, coaliciones e ideologías, hegemonías, sujetos y derechos sociales desmantelados por el tiempo enloquecido del aceleracionismo. Toda vez que la obsolescencia programada del presentismo capturó el pensamiento crítico, instauró la trampa visual, e impide alcanzar algún “reparto de lo político”, hemos asistido a la destrucción de la realidad en un Chile Post-Watergate. Fin de la metafísica. No hay trascendencia posible, salvo abrazar el mercado con los pecados de Caín. Ahí deviene un fondo espectral, donde se desliza la coreografía violenta de Pamela Jiles, con su personaje grisáceo, gestionando ficciones anti-elitarias, sodomías mediales y los deseos errantes que solo sabe gozar el capital.

Rodrigo Karmy Bolton / El golpe oligárquico

Filosofía, Política

Hay viejos culiaos que no creen en nuestro amor

¡No importa oh!

Mauricio Redolés.

Desde el 12 de diciembre de 2022 no hay más “proceso constituyente” sino Restauración Conservadora. El Congreso Nacional devoró a la Convención Constitucional y, con ello, el poder constituido hizo desaparecer al poder constituyente. En la medida que asistimos a la consumación de una Restauración Conservadora, ella se urdió desde un proceso puramente fáctico que articuló diversas tácticas a favor de una sola estrategia, múltiples mecanismos para lograr un solo objetivo: destruir al lugar de enunciación popular abierto desde la revuelta de 2019 y restituir al lugar de enunciación oligárquico propio de la forma “portaliana” de concebir la política. En la medida que el proceso de Restauración Oligárquica se ha sostenido en la articulación de diversas tácticas en base a esa sola estrategia, en realidad, debe ser entendido como un “golpe civil y parlamentario” agenciado esencialmente desde el Congreso Nacional. Este último, terminó por apropiarse del proceso político clausurando, vía un “acuerdo” oligárquico, las posibilidades de transformación abiertas en 2019. El solo hecho que el mal poeta haya sido convocado a firmar el famoso “acuerdo” muestra el carácter deslegitimado con el que nace el proceso en curso. Un mal poeta, ahora vocero de un partido puramente fáctico, que habla el lenguaje del pastor mientras actúa como lobo.