Mauricio Amar / Gaza. Representación, imaginación y poder

Filosofía, Política

¿Qué significa representar? Probablemente, cuando hablamos de representación, es necesario también traer a primer lugar a la imaginación. Esa capacidad individual y colectiva, a partir de la cual construimos relaciones entre imágenes, desde donde podemos crear, reformar y reordenar el mundo. Es a través de la imaginación que los otros se nos aparecen de una determinada manera y, por tanto, somos capaces de interpretarlos. Pero la misma imaginación no es una facultad aislada, sino que más bien está inserta en relaciones de poder que condicionan sus posibilidades. No se trata simplemente de que el poder delimite absolutamente las posibilidades de la imaginación, sino más bien condiciona los recursos a partir de los cuales la imaginación actúa.

Ian Alan Paul / Entre el mar y la valla de seguridad

Filosofía, Política

A través del fragmentado collage de arquitecturas y ruinas de Gaza, la abstracción de la vida rivaliza con la vida misma. Subsumidas por tecnologías sociales que cubren y codifican densamente el territorio sin pausa, las vidas son representadas y reconocidas de forma tan exhaustiva como este o aquel tipo de vida que lo más fácil del mundo es olvidar que en realidad algo continúa viviendo debajo de las densas olas de identificación y clasificación. Refugiado, militante, civil, rehén, prisionero, soldado y víctima: estas son las coordenadas abstractas que posicionan las vidas en varias estrategias militares, maniobras políticas y programas económicos, formas particulares de identidad que están, cada una, emparejadas con sus propios matices e intensidades de violencia, códigos circulantes que establecen qué es una vida con cada vez más detalle, solo para establecer aún más lo que se le puede hacer. Vivir y morir como una abstracción: este es el destino impuesto a todos los que habitan el espacio entre el mar y la valla de seguridad.

Elsa Rodríguez López / Régimen farmacopornográfico: el control del cuerpo y la subjetividad en la nueva era capitalista

Estética, Filosofía, Política

Este trabajo estudia los aportes y limitaciones del concepto de «régimen farmacopornográfico» propuesto por Paul B. Preciado junto con los pilares que lo constituyen: el farmacopoder y el pornopoder. El análisis será complementado con las aportaciones de otros autores, destacando las de Judith Butler, filósofe de referencia para el autor, cuyas teorías sobre el género y el cuerpo han influido de forma indiscutible en las posteriores investigaciones sobre la identidad. A través del estudio del pensamiento de ambos será posible llegar a una mejor comprensión de lo que Paul B. Preciado denomina «farmacopornocapitalismo» y también dirimir las aportaciones y límites de la teoría del autor. Su trabajo ha sido indiscutiblemente revolucionario en materia de género e identidad, poniendo en tela de juicio categorías naturalizadas y exhibiendo las dinámicas biopolíticas de opresión y discriminación que encarnan nuestra existencia. Reconociendo esto, también debemos poner sobre la mesa los límites en su planteamiento, donde algunas veces la provocación le lleva a afirmaciones que difieren del objetivo final de su teoría: mostrar cómo actúa el control en los cuerpos y encontrar una salida a este.

Mauricio Amar / Carta a lxs estudiantes sobre saber y pensar

Filosofía

Quisiera dirigirme a lxs estudiantes para referirme a una cuestión que creo resulta fundamental en nuestros días, a saber, la relación entre saber y pensamiento. En realidad siempre ha sido importante, pero frente a la situación del mundo actual, con la enorme destrucción de nuestro habitat que muchas veces parece cerrar el horizonte u oscurecer el futuro, sumado esto al auge de movimientos fascistas de nuevo tipo, que sólo buscan saberes basados en dicotomías, me parece razonable que desde alguna vereda se enarbole la bandera del pensamiento. No se trata, por cierto, de entrar en un conflicto abierto con el saber, aunque a ratos lo parezca. Más bien, lo que está en juego es no permitir la superposición absoluta del saber por sobre el pensamiento. Claro, ambos conceptos, al menos en la manera canónica en que se propaga la educación, suponen una enorme virtud. Se les ve a ambos como absolutamente entrelazados y dependientes. No se puede saber sin pensar, no se puede pensar sin saber. Pero al menos debiésemos ver que la educación formal ha privilegiado sólo uno de ellos. Digamos claramente. En la educación formal se estudia para saber, no para pensar.

Giorgio Agamben / Las dos caras del poder

Filosofía, Política

Toda investigación sobre política está viciada por una ambigüedad terminológica preliminar que condena a quienes la emprenden a la incomprensión. Sea el pasaje del libro tercero de la Política en el que Aristóteles, al «investigar las politeias, para determinar su número y cualidades», afirma perentoriamente: «puesto que politeia y politeuma significan lo mismo y politeuma es el poder supremo de las ciudades (to kyrion ton poleon ), es necesario que el poder supremo sea o el uno o los pocos o los muchos» (1279 a 25-26). Las traducciones actuales dicen: «puesto que constitución y gobierno significan lo mismo y gobierno es el poder soberano de las ciudades…». Sea o no más o menos correcta esta traducción, en cualquier caso en ella emerge lo que podría calificarse como la anfibolia del concepto quizá más fundamental de nuestra tradición política, que se presenta ahora como ‘constitución’ ahora como ‘gobierno’. En una especie de contracción vertiginosa, los dos conceptos se identifican y al mismo tiempo se diferencian, y es precisamente esta equivocidad la que define, según Aristóteles, el kyrion, la soberanía.

Mauro Salazar J. y Carlos del Valle R. / La Abuela amargura: goces del capital y progresismos laxos

Filosofía, Política

No se puede hablar de imágenes, sin hablar de cenizas. Georges Didi-huberman

Nuestro Reyno, que vive de las mercancías efímeras,ha domiciliado en su atribulada vida cotidiana, la saturación mediática y la fragmentación como formas que renuevan la producción y liberalización de los consumos visuales. Ello sucedeen el atardecer del Chile post-octubrista (vértigos destituyentes), cuestión que, nuevamente, nos recuerda la imposibilidad de una distancia entre facticidad y pensamiento crítico. Esta trama se asemeja a los espejos rotos de Borges (luz y sombra). En 1977, el escritor argentino sostenía, “Yo de niño temía que el espejo me mostrará otra cara que ocultaría algo sin duda atroz”. Ciertamente, cuando cae la unidad de la imagen, nadie quiere verse retratado en aquella desemejanza macabra que proyectan las «transiciones adulteras» en la región que, sin restañar, perpetraron impunidades normativas y vidas de derechas. Huelga señalar que aquí el nihilismo -en su escena no originaria– sería la condición histórica de la “acumulación capitalista”. En un contexto de distopías no románticas y de valores sin sombras, se renueva el flujo de las mercancías. En lo parroquial, el personaje de turno –La Abuela– ha puesto el colofón para que la lengua política del congreso asuma su vileza en el grado cero de la “política representacional”. Para que los rostros se vean demacrados en el espejo de la locura cuando se ha consumado la liquidación de todos los referentes o fines últimos. De tal suerte, el virus de la hipersimulación -en plena autonomización- ha dislocado la diferencia de lo “verdadero” y lo “falso”, de lo “real” y lo “imaginario”. La hiperrealidad ha trastocado al Estado, coaliciones e ideologías, hegemonías, sujetos y derechos sociales desmantelados por el tiempo enloquecido del aceleracionismo. Toda vez que la obsolescencia programada del presentismo capturó el pensamiento crítico, instauró la trampa visual, e impide alcanzar algún «reparto de lo político», hemos asistido a la destrucción de la realidad en un Chile Post-Watergate. Fin de la metafísica. No hay trascendencia posible, salvo abrazar el mercado con los pecados de Caín. Ahí deviene un fondo espectral, donde se desliza la coreografía violenta de Pamela Jiles, con su personaje grisáceo, gestionando ficciones anti-elitarias, sodomías mediales y los deseos errantes que solo sabe gozar el capital.