Toda investigación sobre política está viciada por una ambigüedad terminológica preliminar que condena a quienes la emprenden a la incomprensión. Sea el pasaje del libro tercero de la Política en el que Aristóteles, al “investigar las politeias, para determinar su número y cualidades”, afirma perentoriamente: “puesto que politeia y politeuma significan lo mismo y politeuma es el poder supremo de las ciudades (to kyrion ton poleon ), es necesario que el poder supremo sea o el uno o los pocos o los muchos” (1279 a 25-26). Las traducciones actuales dicen: “puesto que constitución y gobierno significan lo mismo y gobierno es el poder soberano de las ciudades…”. Sea o no más o menos correcta esta traducción, en cualquier caso en ella emerge lo que podría calificarse como la anfibolia del concepto quizá más fundamental de nuestra tradición política, que se presenta ahora como ‘constitución’ ahora como ‘gobierno’. En una especie de contracción vertiginosa, los dos conceptos se identifican y al mismo tiempo se diferencian, y es precisamente esta equivocidad la que define, según Aristóteles, el kyrion, la soberanía.
Poder
Mauro Salazar J. y Carlos del Valle R. / La Abuela amargura: goces del capital y progresismos laxos
Filosofía, PolíticaNo se puede hablar de imágenes, sin hablar de cenizas. Georges Didi-huberman
Nuestro Reyno, que vive de las mercancías efímeras,ha domiciliado en su atribulada vida cotidiana, la saturación mediática y la fragmentación como formas que renuevan la producción y liberalización de los consumos visuales. Ello sucedeen el atardecer del Chile post-octubrista (vértigos destituyentes), cuestión que, nuevamente, nos recuerda la imposibilidad de una distancia entre facticidad y pensamiento crítico. Esta trama se asemeja a los espejos rotos de Borges (luz y sombra). En 1977, el escritor argentino sostenía, “Yo de niño temía que el espejo me mostrará otra cara que ocultaría algo sin duda atroz”. Ciertamente, cuando cae la unidad de la imagen, nadie quiere verse retratado en aquella desemejanza macabra que proyectan las “transiciones adulteras” en la región que, sin restañar, perpetraron impunidades normativas y vidas de derechas. Huelga señalar que aquí el nihilismo -en su escena no originaria– sería la condición histórica de la “acumulación capitalista”. En un contexto de distopías no románticas y de valores sin sombras, se renueva el flujo de las mercancías. En lo parroquial, el personaje de turno –La Abuela– ha puesto el colofón para que la lengua política del congreso asuma su vileza en el grado cero de la “política representacional”. Para que los rostros se vean demacrados en el espejo de la locura cuando se ha consumado la liquidación de todos los referentes o fines últimos. De tal suerte, el virus de la hipersimulación -en plena autonomización- ha dislocado la diferencia de lo “verdadero” y lo “falso”, de lo “real” y lo “imaginario”. La hiperrealidad ha trastocado al Estado, coaliciones e ideologías, hegemonías, sujetos y derechos sociales desmantelados por el tiempo enloquecido del aceleracionismo. Toda vez que la obsolescencia programada del presentismo capturó el pensamiento crítico, instauró la trampa visual, e impide alcanzar algún “reparto de lo político”, hemos asistido a la destrucción de la realidad en un Chile Post-Watergate. Fin de la metafísica. No hay trascendencia posible, salvo abrazar el mercado con los pecados de Caín. Ahí deviene un fondo espectral, donde se desliza la coreografía violenta de Pamela Jiles, con su personaje grisáceo, gestionando ficciones anti-elitarias, sodomías mediales y los deseos errantes que solo sabe gozar el capital.
Federico Zuolo / Escándalo soberano. Cien años de la “Teología Política” de Carl Schmitt
Filosofía, PolíticaA veces el éxito de las obras controvertidas trasciende el momento. Puede depender de la bondad de las ideas y los argumentos. O la polémica puede conseguir crear un enemigo grotesco e imposible, un hombre de paja del autor que se convierte en algo tan importante como la propia tesis de la obra. El éxito suele venir de las necesidades póstumas de confrontación crítica con otras cuestiones para las que la polémica inicial no es más que un pretexto conveniente. La enorme fortuna de la Teología Política de Carl Schmitt, tan engorrosa y paradójica como su tesis, proviene de todas estas razones.
Aldo Bombardiere Castro / Tres escenas republicanas (II): Primera Misa celebrada en Chile (1904) de Fray Pedro Subercaseaux
Arte, Estética, Filosofía, PolíticaOtra escena republicana. Otra escena, como reverso, de una misma República. Pero no cualquier escena, no una escena pintoresca o costumbrista, sino un destino escenificado: un monumento al destino donde parece, tanto sostenerse como consumarse -desde un origen y por la eternidad- la República.
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Aldo Bombardiere Castro / Geopolítica: tablero de guerra
Filosofía, Política“Las consignas «No a la guerra», «Paz», «Ni con Putin ni con Biden» parecen débiles e impotentes si no encuentran su fuerza contra Putin y contra Biden. La oposición a la guerra debe basarse en una enérgica lucha contra las diferentes formas de capitalismo y soberanía en disputa e igualmente movilizadas en la organización de la dominación, la explotación y la guerra.” Maurizio Lazzarato, La guerra en Ucrania, Revista Disenso.
“La guerra es una mierda.” Inna Afinogenova, periodista de Ahí les va (RT en Español).
La guerra es una mierda. Y esa es nuestra tragedia.
Dentro de las múltiples perspectivas de abordaje interpretativo que resiste el acontecimiento de la invasión rusa a Ucrania todas remiten a un denominador común. Se trata de interpretaciones que descansan sobre un mismo “horizonte de sentido”: la geopolítica. La ironía está en que tal horizonte de sentido geopolítico, antes que permitirnos vislumbrar y crear nuevas formas de vida y modos de habitar la existencia, porta una amenaza angustiante: el advenimiento del sinsentido.
Gonzalo Díaz Letelier / Anti-intelectualismo y estetización fascista, pulsión mimética y nuevas transitologías
Filosofía, PolíticaANTI-INTELECTUALISMO Y ESTETIZACION FASCISTA
Tras los resultados de la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Chile se desencadenó un clima de desazón y ansiedad que, por fortuna, con los días ha dado paso nuevamente a uno de recomposición erótica de afectos alegres y creatividad –lo que de alguna manera es no sólo uno de los sellos del octubrismo (“tardamos mucho en encontrarnos, ahora no nos soltemos”), sino también un poderoso antídoto a la nube negra del fascismo que, cual religión de la muerte, se alimenta de pasiones tristes y sacrificios.