La soledad será el abismo del pensamiento
Un lugar que puede juntar fríos, tristezas, y paisajes en un solo momento…
En el sur de Chile se agolpan tumultos de sentido, escenas sanguinolentas, e imágenes mudas de una muchedumbre que el 2006 irrumpió con fuerza de autenticidad desplegando la adolescencia anónima que se apropió del “movimiento estudiantil” desde una pubertad impugnante. Un momento de plebeya veracidad con raíces territoriales –valles, mares y montañas- se alzaron desde el Liceo Carlos Cousiño A 45 de Lota desplegando el campo de las “herencias locales”. Por esos años el agua se filtraba por techos y murallas denunciando la visualidad neoliberal. Desde las ventanas rotas, los cables eléctricos no tenían protección, los profesores denunciaban que hacían clases con los pies en el agua. El “frío neoliberal” causo estragos silenciados por el colonialismo mediático. Tales fueron los sucesos que hace más de una década rotularon al Carlos Cousiño (VIII región) como el “liceo acuático”. Fue precisamente ese establecimiento el “chispero” (grado 8 en Richter contra la municipalización post-estatal) que marcó el inicio de la revolución “pingüina” y se convirtió en el símbolo de las necesidades de infraestructura y contenidos de la educación pública. Una impugnacidad contra la modernización acelerada de nuestros Rectores semióticos. He aquí, en esta inflexión, una puerta de entrada a la conflictividad -no secuencial- de los años 2010 en Concepción (terremoto, hambre, autodefensa y saqueos) donde el frío y la exclusión dejó sin relato a la industria televisiva y el mainstream encontró pintoresco no lidiar con algo tan “parroquial” como un terremoto que levantó la “furia neoliberal”. El saqueo fue una forma de protesta política al existir una situación de exclusión social de infinita vulnerabilidad sobre los cuerpos. El saqueo igualitario que tiene por objetivo balancear las diferencias sociales y materiales de los grupos desfavorecidos; el saqueo estratégico orientado hacia los bienes del enemigo en un conflicto armado y el saqueo organizado orientado a obtener beneficio material. Ciertamente el saqueo Lumpen no estuvo ausente. Luego dos sucesos que se ubican en distintos diagramas, a saber, el 2011 pos-transicional y el 2019 derogante que azotó al Reyno de Chile.