El problema no es entender qué son todas estas imágenes, qué indican estos simulacros de la realidad. A estas alturas, sabemos que no tenemos ni idea: estamos simplemente inundados de ellas y a merced de ellas. Siempre habrá más de ellas. Todo pasará a través de las imágenes. Lo real se convertirá en un momento de lo imaginario y no viceversa.
La cantidad ha cambiado la calidad, como nos mostró Hegel, mucho antes que Marx. La producción en serie de imágenes ha disuelto la imagen, sus cualidades simbólicas. La sobreproducción ha creado devaluación. Cada vez se necesitan más imágenes para tener un poco de vida, una apariencia de felicidad. Rompemos, rompemos e instauramos el mundo, nuestra existencia: alguna identidad saldrá de ello.