Alejandra Castillo / El teatro de Ernesto Orellana y su doble

Estética, Filosofía

Un número, una cifra, una fecha. Una notación numérica breve que detiene el tiempo, lo paraliza en un año, 1984. ¿Cuántos años hay en un año, cuántas vidas en él? Una a una se superponen historias, memorias, fechas ineludibles. En una sola cifra se superponen incontables vidas, algunas recordadas, muchas otras que se olvidan.

1984, año de la distopía de Orwell. 1984, primer paciente confirmado con VIH en Chile, su nombre es Edmundo Rodríguez. 1984, nacimiento de Ernesto Orellana, dramaturgo, director de teatro chileno, activista de la disidencia sexual. En esa superposición de vidas se trama la obra teatral Edmundo, un relato íntimo que en la forma de un monólogo da cuerpo y vida a la documentación del primer caso del VIH en Chile que la prensa amarillista del período llamó “cáncer gay” en exacta superposición con el “cáncer marxista” con el que la dictadura cívico militar de Pinochet nominaba a la militancia de izquierda.

Giorgio Agamben / Entre actores y marionetas

Filosofía, Política

El teatro y la política, como sabían los antiguos, están estrechamente ligados y es poco probable que la escena teatral siga viva cuando la política muere o se eclipsa. Y sin embargo, en un país en el que la política ya sólo parece estar formada por momias que pretenden dirigir su exhumación, fue posible presenciar en días pasados en un pequeño teatro veneciano una representación tan llena de vida e inteligencia que los espectadores -como debería ocurrir siempre en el teatro- salieron más conscientes y casi regenerados físicamente. Semejante milagro no se produjo por casualidad. Piermario Vescovo, en su ejemplar conocimiento de la historia del teatro, ha recurrido con lucidez a una tradición aparentemente menor, pero en verdad, sobre todo en Italia, ciertamente mayor, la de los títeres. Pero lo ha hecho -y aquí está la novedad- combinando la presencia de los cuerpos de seis actrices con la de los títeres que sostienen y mueven, de modo que entre los vivos y los muertos, entre los imponentes cuerpos de las actrices que actúan y los escasos pero no menos presentes cuerpos de los títeres, se produce un intercambio inconmensurable, en el que la vida transcurre incesantemente en ambas direcciones y no queda claro al final si son las actrices las que mueven a los títeres o los títeres los que agitan y animan a las actrices. Nunzio Zappella, uno de los últimos grandes guaratellari napolitanos, mostrando su pequeño y gastado Pulcinella dijo una vez: «¡es mi padre!». Quizá no se pueda definir mejor el misterio que se produce entre el titiritero y su marioneta. Pero Vescovo, injertando ingeniosamente el bunraku japonés en la tradición de la comedia italiana, ha hecho más: ha transfigurado un texto menor de Goldoni (l’Incognita – que dejó de representarse tras la muerte del autor) en algo provocador y ferozmente actual. La lección que puede extraerse de todo ello es que el hundimiento de todas las instituciones, no sólo políticas, que estamos viviendo no nos hace necesariamente impotentes: siempre es posible encontrar en el pasado y conservar incluso en las condiciones más adversas la semilla vernalizada que no dejará de abrirse a su debido tiempo.

Nicolás Perrone / Gilles Deleuze y la imagen teatral del pensamiento

Filosofía

La relación entre filosofía y teatro ocupa un lugar interesante y no siempre explorado en la filosofía de Gilles Deleuze. En el presente artículo exponemos la noción de teatro tal como aparece en la obra del autor vinculada al problema de una nueva imagen del pensamiento. Consideramos que el uso metodológico del teatro se encuentra diseminado a lo largo de todo su itinerario filosófico. Lo teatral funciona como una matriz de análisis que permite distinguir las fuerzas que dramatizan un concepto, y esto se inscribe en el marco de una crítica a la representación en la filosofía de Deleuze.