Aldo Bombardiere Castro / Temporalidad: constelaciones, herida, arena

Filosofía

Para Andrés Gordillo,

por la afirmación de la negatividad.

No se trata de quedar anclado a ninguno de los dos polos. No somos ni el sujeto idealista cuya consciencia pretende sostener el mundo, al tiempo que concederle su existencia; ni estamos entregados a la caótica tiranía de un flujo desprovisto de todo concepto, absolutamente inasible y, por ende, tan fatalista como un Cristo barroco desangrado en su cruz. Es decir, no se trata de hablar de(sde) sí mismo, con esa autonomía lingual y bucal entronizada en la virtud de una supuesta persona, ni de dar por sentado la coincidencia o continuidad de la lengua con el concepto, lengua y concepto entre los cuales, ingenuamente, sólo se establecería un contrato de usufructo instrumental. No se trata, tampoco, de cuantificar la parte en nombre del todo para, bajo un mito de hierro fundido, hundiéndonos en la sinécdoque de su espejo, capt(ur)ar la objetividad del objeto, la mensurabilidad de la cosa. Nada de eso. Más bien, habremos de mirar al cielo: la potencia de las constelaciones no reside tanto en las formas que, por libre juego del azar cósmico, dibujan en nuestra imaginación, sino en la irrupción del relámpago, en el derrame de su estela; en fin, la potencia de las constelaciones emana de la redención, sin necesidad de promesa, que ellas portan y riegan, redención en virtud de la cual todxs devendremos constelaciones tan inimaginables como los párpados de ellas mismas. Posibilidad de lo imposible; imposibilidad de un universo cognoscible, natural resistencia frente a lo pronosticado hasta lo pronosticado. Las constelaciones y su relámpago abren el tiempo de la esperanza: mística ya sin mito, Mesías renegado de escatología. No somos ni el sujeto ni el objeto: la mediación entre ellos, es decir, la historia del Universo, continúa irradiando dicha potencia que, cuan agónico momento, los ha conformado. La medicación configura lo que nunca hemos dejado de ser: el siendo, el haber sido, y la potencia de aquello que jamás ha de llegar a ser.

Giorgio Agamben / Sobre lo que se acerca

Filosofía, Política

Kavafis usó como epígrafe en uno de sus primeros poemas una frase de Filostrato que dice: «Los dioses sienten el futuro, los hombres lo que sucede, los sabios lo que se acerca». Los sabios dejan a los dioses -o a los expertos- la predicción del futuro, que siempre está lejos y es manipulable, y a los periodistas el conocimiento -generalmente muy confuso- del presente: solo lo que se acerca, solo lo inminente les concierne y les afecta.

Giorgio Agamben / La Iglesia y el reino

Filosofía

Fuente: Artillería inmanente

El remite de uno de los textos más antiguos de la tradición eclesiástica, la epístola de Clemente a los corintios, empieza con estas palabras: “La Iglesia de Dios en estancia en Roma a la Iglesia de Dios en estancia en Corinto.” La palabra griega paroikousa, que he traducido como “en estancia”, designa la estancia del exiliado, del colono o del extranjero, en oposición a la habitación fija del ciudadano, que en griego se dice katoikein. Quisiera retomar esta fórmula para dirigirme aquí y ahora a la Iglesia de Dios, en estancia o en exilio en París. ¿Por qué elegir esta fórmula? Porque el tema de mi conferencia es el mesías, y paroikein, vivir en estancia, es la definición misma de la habitación del cristiano en el mundo y de su experiencia del tiempo mesiánico.