Es fácil observar cómo las imágenes que se nos presentan como parte de lo inclusivo no poseen la capacidad de abordar cada uno de los problemas que denuncian en su magnitud, así mismo, son imágenes que tienden a trivializar y/o contaminar sus unidades de análisis. A pesar de ello, son estas las imágenes que mayormente circulan, confirmando justamente lo que no es la inclusión. Este punto es llamativo: lo que más conocemos, practicamos, estudiamos y enseñamos, no es la inclusión. Sólo conocemos su principal error de aproximación.
Educación
Aldo Ocampo González / Desfigurar la inclusión, fracturar lo sensible
Filosofía, PolíticaLa cultura visual que crea el género académico y el movimiento sociopolítico indexado como educación inclusiva, articula formas para visualizar aquello que no ha sido nombrado, visibilizado y representado. Por tanto, su cultura visual parte del reconocimiento que, sí, es posible representar lo irrepresentable. Este acto, de naturaleza profundamente sociopolítica reconoce en el registro de lo irrepresentable la tarea de des-objetualizar la existencia del Otro, subyugada a una pragmática epistemológica de la abyección (Ocampo, 2020). Esta es la fuerza operante de las ontologías ortopédicas, normativas o, también, llamadas, discrecionales. En ellas, cada sujeto es convertido en un objeto de conocimiento, cuya experiencia es representada a través de criterios que reducen la experiencia humana a mecanismos que la objetivizan y la explican a través de criterios diagnósticos que maximizan la interpretación de sus patologías y disfunciones que, en el terreno pedagógico, se expresa a través de la ideología de la anormalidad, la defectología, etc. No olvidemos que, la matriz de esencialismos-individualismos habita en el corazón de la ontología discreta. En esta oportunidad, me he propuesto explorar algunos argumentos claves para explicar cómo y porqué desfigurar la inclusión –específicamente, sus tecnologías de regulación ontológicas–, pues, reconozco en dicha empresa, la posibilidad de fracturar efectivamente el repertorio de elementos que definen lo sensible.
Mauro Salazar J. y Juan Carlos Orellana / El afecto pedagógico ¿Agonías públicas o experiencias comunes?
Filosofía, Políticaa la comunidad de los amantes, a la unión inundada de escisión
Durante el petit siglo XX, la instauración del cuerpo político permitió proyectar escuelas abrazando una sociabilidad compartida bajo la arquitectura de la vieja República (1938-1973). Los Liceos públicos como espacios de reconocimiento y prácticas comulgantes, edificaron un “nosotros genealógico” que daba cuenta de la dimensión ontológica de la razón moderna y que aún porta la esperanza melancólica-utilitaria de las intervenciones locales. Una futuridad que abonó el fortalecimiento de perspectivas ciudadanas y horizontes cognitivos, ayudó a cimentar una disposición de comunicabilidad. Lo público, y las edades metafísicas del citoyen, fueron certezas onto-epistémicas que diagramaron la organización de una época. Aludimos al programa de una comunidad que se asentó sobre valores compartidos, a saber, la humanidad como noción universal impugnante y potencialmente inquisitiva. La “común humanidad”, y su alma bella, alcanzaría mediante el convencimiento racional la estructura comunicativa de la praxis deliberativa.
Mauro Salazar J. y Javier Agüero Águila / Zona de abismos. Estudios Culturales y Academia managerial
Filosofía, PolíticaExordio. En las últimas décadas del siglo XX, la modernidad como imago de mundo padeció un temblor inaferrable de la disyunción. A la crisis del programa filosófico-político, cabe subrayar la desarticulación de paradigmas y saberes autorizados. En tal clima se extendió la idea de que el proyecto originario había sido devastado por la emergencia de un régimen de pensamiento fragmentario que estimulaba la dispersión como agente plural en la comprensión del mundo. Un efecto que aún “craquelada” nuestras percepciones sobre la realidad; percepciones rotas en el sentido de una unicidad original y fundamentalmente alternante en tanto construcción de significaciones compartidas.
Mauricio Amar / Carta a lxs estudiantes sobre saber y pensar
FilosofíaQuisiera dirigirme a lxs estudiantes para referirme a una cuestión que creo resulta fundamental en nuestros días, a saber, la relación entre saber y pensamiento. En realidad siempre ha sido importante, pero frente a la situación del mundo actual, con la enorme destrucción de nuestro habitat que muchas veces parece cerrar el horizonte u oscurecer el futuro, sumado esto al auge de movimientos fascistas de nuevo tipo, que sólo buscan saberes basados en dicotomías, me parece razonable que desde alguna vereda se enarbole la bandera del pensamiento. No se trata, por cierto, de entrar en un conflicto abierto con el saber, aunque a ratos lo parezca. Más bien, lo que está en juego es no permitir la superposición absoluta del saber por sobre el pensamiento. Claro, ambos conceptos, al menos en la manera canónica en que se propaga la educación, suponen una enorme virtud. Se les ve a ambos como absolutamente entrelazados y dependientes. No se puede saber sin pensar, no se puede pensar sin saber. Pero al menos debiésemos ver que la educación formal ha privilegiado sólo uno de ellos. Digamos claramente. En la educación formal se estudia para saber, no para pensar.
