Avanzar hacia un pensamiento de la materialidad que no tenga por finalidad definir un modo de ser de la materia, no es tarea fácil. Sin embargo, en el contexto de una lectura estereográfica de Jacques Derrida y Werner Hamacher se pretende experimentar la materialidad como la venida de un elemento imposible, indecidible y anárquico que, al objetar la pregunta por la esencia, se inscribe en el sistema especulativo para trastornarlo y desencadenar en, y desde él, un «razonamiento bastardo» capaz de atravesar las envolturas con que la metafísica había separado en lo inteligible mismo lo empírico de lo trascendental.
Episteme
Aldo Bombardiere Castro / Divagaciones: ambigüedades
FilosofíaAlgunas respuestas parecen mecánicas. Otras, incluso instintivas. Ciertas disciplinas de saberes, por el contrario, parecen constituirse como fruto de un esfuerzo sobrehumano, siendo el resultado de un superávit de prácticas, reglas y métodos cuyo monótono proceso de recolección, conversión y adaptación de datos permitirán su ingreso dentro de determinadas coordenadas de un archivo o región de conocimiento. Y hay de (in)ciertos acontecimientos que no responde a ninguno de estos modos, pues irrumpen y sacuden la superficie del planeta como si nos susurraran al oído la existencia de un mundo otro.
Teresa Villaverde Martínez / El no acontecimiento
FilosofíaDos ideas específicamente estructuralistas fueron expuestas por el libro Las palabras y las cosas de Michel Foucault en 1967: la desaparición del sujeto y la noción de episteme, ambos elementos fuertemente ligados entre sí y con la evolución del pensamiento del autor. La publicación de este libro, que el mismo Foucault catalogó de lectura para especialistas, provocó una agitación generalizada por los postulados que proponía. Levy-Strauss había estudiado las estructuras lingüísticas previas a toda configuración cultural o histórica. Lacan había analizado las estructuras que se articulan en el inconsciente del sujeto como yo, enmarcándose dentro del psicoanálisis. Foucault entendió que era necesario proclamar la muerte del hombre.