Aldo Bombardiere Castro / Divagaciones: Pensar (lo otro de) la representación

Estética, Filosofía

A Diego Fernández y Florencia Abadi, por sus enseñanzas.

En nuestros tiempos, la historia de la representación yace embargada por un ánimo de resignación. Aquello que lo suscita viene dado por la insinuación de una dimensión irrepresentable pero anclada en fundamento de la misma estructura representativa. En efecto, la presentación del original -en caso de haberlo- es aquello que da sentido y a la vez limita a toda representación.

Aldo Bombardiere Castro / Divagaciones: ambigüedades

Filosofía

Algunas respuestas parecen mecánicas. Otras, incluso instintivas. Ciertas disciplinas de saberes, por el contrario, parecen constituirse como fruto de un esfuerzo sobrehumano, siendo el resultado de un superávit de prácticas, reglas y métodos cuyo monótono proceso de recolección, conversión y adaptación de datos permitirán su ingreso dentro de determinadas coordenadas de un archivo o región de conocimiento. Y hay de (in)ciertos acontecimientos que no responde a ninguno de estos modos, pues irrumpen y sacuden la superficie del planeta como si nos susurraran al oído la existencia de un mundo otro.

Alejandro Escudero Pérez / ¿Qué es la historia? Husserl, Heidegger, Benjamin, Foucault

Filosofía

La filosofía actual está marcada por una crisis de la concepción moderna de la historia. Por eso, una de sus tareas consiste en volver a plantear la pregunta “¿qué es la historia?” En este artículo buscaremos los elementos para elaborar una respuesta en algunos textos concretos de Husserl, Heidegger, Benjamin y Foucault. El núcleo de la propuesta consistirá en distinguir entre un a priori formal de la historia y un a priori material, todo ello pensado desde una ontología del acontecimiento.

Aldo Bombardiere Castro / Estelas y esquirlas: Apuntes en torno a una posible relación entre revuelta y acontecimiento

Filosofía, Política

A Patricio Mena Malet, por sus enseñanzas.

Como estelas dispersas en un viento sin sentido. Como estelas afiladas y luminosas, indireccionadas en sí mismas pero, por lo mismo, instrumentalizables por otras manos. Eso ha dejado la revuelta a su paso: agudas estelas afectivas. Esquirlas.

Hay más de algo que, pese a todo, emparenta a la revuelta con el acontecimiento. Ambos eventos irrumpen de manera intempestiva. No responden a condiciones de posibilidad externas, no son el resultado de un cálculo ni de una voluntad predefinida. Al contrario, la revuelta y el acontecimiento portan consigo sus propias condiciones de posibilidad. Son estas condiciones de posibilidad que la revuelta y el acontecimiento imponen a los hechos (y no al revés), las que permiten el desencadenamiento de un mundo imaginal. En otras palabras, dibujan las posibilidades de existencia de aquello que, suspendiendo el tiempo histórico, siempre fue impensable o, incluso, imposible. Así, en la caricaturesca frase que la oligarquía transicional acuñó para referirse a la revuelta, “no lo vimos venir”, se enuncia, sin quererlo, el punto ciego de una episteme, la sustracción de una teoría o, mejor dicho la sustracción de toda theoria (léase a partir de la etimología del término griego theoros, en cuanto una manera distante del ver: el espectador que contempla): la emergencia de la revuelta, así como de los acontecimientos, siempre se manifiesta de espalda a la conciencia de los sujetos.