Dionisio Espejo / El discurso del poder, el poder del discurso

Estética, Filosofía, Política

1. Acercándonos a la verdad y la lógica de los signos desde la perspectiva del poder

El problema al que apunta la reflexión foucaultiana, a propósito de Magritte en el ensayo escrito en 1973 Ceci n’est pas une pipe, es el problema del lenguaje, en particular la relación entre imagen, palabra y realidad. Al final la cuestión de la que se trata es la de qué es o no verdad, lo mismo que hemos visto que Derrida se plantearía después acerca de la verdad en pintura. De alguna manera, en este ensayo, se recuperan las preocupaciones que se plantearon en Las palabras y las cosas pero ahora desde un tratamiento no de lo que Foucault llamó la “era de la representación” (lo que en aquella investigación denomina como la época clásica) sino desde un momento histórico que para Foucault habría sucedido al de la representación, y es la edad de la autonomía de los signos. La imagen, la cosa representada, no es el objeto al que haría referencia la imagen representada, pues cosa e imagen mental no son simétricas; esto es: la pipa pintada no es una pipa, una pintura no es lo mismo que la cosa pintada, una pipa pintada es solo una pipa pintada. Y así sucede con lo que parece la idea de pipa, tal y como aparece en otra versión de la obra (En esta se ve pintada la pipa en un lienzo puesto sobre un caballete pero suspendida sobre esta imagen se ve ahora otra pipa, algo así como la idea de la pipa pintada abajo) que tampoco es una pipa.

Gerardo Muñoz y José Miguel Burgos Mazas / Realidad, Éxodo, Imaginación: un intercambio

Filosofía, Política

GM: Una primera observación: ¿de qué hablamos hoy cuando hablamos de realidad? Decimos realidad y me parece que hoy se entiende la objetivización de lo dado. Entiendo por objetivación de lo dado un supra-principio del orden. Tengo para mi que hoy, en tiempos de lo que se ha llamado malafede, lo que está en disputa es la realidad misma (o lo que Blumenberg llamó el principio de realidad, ya volveremos sobre ello). La realidad ha dejado de ser el vínculo por el cual entramos en relación libre con la presencia, con el mundo, con las formas, y con las cosas. Decía el gran poeta norteamericano Wallace Stevens que la realidad es la posibilidad de que “las cosas sean como son”. Dejar que las cosas proliferen en su anarquía de luz y sombra. Me parece que el espíritu de la técnica no se lleva a cabo desde la aniquilación de esta anarquía, sino más bien la de su conversión: lo infinitamente contingente de lo necesario aparece como lo finitamente determinado como causalidad última. Trato de resumir: toda invención de una idea hoy, sea en reserva o a la espera, no llega a substraerse si antes no repensamos eso que entendemos por realidad. O dicho en otras palabras: afirmar una idea es, de algún momento, hacer un hueco en lo real, hacer éxodo, desaparecer, inventarse un “tokonama” contra lo que es hoy es ya la absolutización de la realidad como siempre realizable. ¿No es esta la exigencia?