El título que nos convoca a este coloquio es “Me extingo, luego existo”. Me gustaría comenzar saludando la pertinencia de este título, en la medida en que, como tal, es una paráfrasis del famoso dictum cartesiano “pienso, luego existo”, transformado ahora según un cierto grado de urgencia y gravedad. Creo que en esta modificación se advierte una intensificación de lo que podríamos llamar la racionalidad occidental o, simplemente, la racionalidad moderna. Quisiera entonces partir apuntando al problema de fondo que nos reúne, a saber, la relación o vínculo constitutivo entre existencia y destrucción en el contexto u horizonte de dicha racionalidad. Es decir, entre la existencia como vida individual y vida social, y la destrucción como efecto, voluntario e involuntario, de la existencia social del hombre. Quisiera entonces acotar la idea de existencia a la existencia humana, en la medida en que voy a sostener, entre otras cosas, que la existencia humana es aquella que tiene como imperativo, en el horizonte del productivismo moderno, la colonización y la apropiación de su entorno de manera productiva/destructiva. Quisiera enfatizar esto como hipótesis central: la antropología productivista propia de la racionalidad capitalista moderna está inexorablemente vinculada a la destrucción.