Tariq Anwar / La técnica y el pensamiento

Filosofía, Política

El despliegue de la técnica que caracteriza nuestra época oculta una paradoja que debemos pensar con urgencia. Aquello que se presenta como continua innovación y transformación no es, en su esencia más profunda, sino un dispositivo de conservación radical del mundo. Cada producto que la técnica – esa fusión ya indistinguible de ciencia y tecnología – arroja al mercado, no hace sino consolidar las mismas reglas de productividad que lo hicieron posible, perpetuando en un círculo sin salida la acumulación del capital. Lo nuevo es siempre lo mismo disfrazado de novedad. La máquina ha dejado de ser un instrumento entre otros para convertirse en el paradigma mismo de la existencia contemporánea. No es que usemos máquinas: es que la vida humana se ha vuelto indistinguible del funcionamiento maquinal. Trabajamos, amamos, pensamos según protocolos que replican la lógica algorítmica. El dispositivo técnico no transforma el mundo: lo conserva en una suerte de presente perpetuo donde cada gesto humano es inmediatamente capturado y devuelto como dato procesable.

Dionisio Espejo / El discurso del poder, el poder del discurso

Estética, Filosofía, Política

1. Acercándonos a la verdad y la lógica de los signos desde la perspectiva del poder

El problema al que apunta la reflexión foucaultiana, a propósito de Magritte en el ensayo escrito en 1973 Ceci n’est pas une pipe, es el problema del lenguaje, en particular la relación entre imagen, palabra y realidad. Al final la cuestión de la que se trata es la de qué es o no verdad, lo mismo que hemos visto que Derrida se plantearía después acerca de la verdad en pintura. De alguna manera, en este ensayo, se recuperan las preocupaciones que se plantearon en Las palabras y las cosas pero ahora desde un tratamiento no de lo que Foucault llamó la “era de la representación” (lo que en aquella investigación denomina como la época clásica) sino desde un momento histórico que para Foucault habría sucedido al de la representación, y es la edad de la autonomía de los signos. La imagen, la cosa representada, no es el objeto al que haría referencia la imagen representada, pues cosa e imagen mental no son simétricas; esto es: la pipa pintada no es una pipa, una pintura no es lo mismo que la cosa pintada, una pipa pintada es solo una pipa pintada. Y así sucede con lo que parece la idea de pipa, tal y como aparece en otra versión de la obra (En esta se ve pintada la pipa en un lienzo puesto sobre un caballete pero suspendida sobre esta imagen se ve ahora otra pipa, algo así como la idea de la pipa pintada abajo) que tampoco es una pipa.

Mauro Salazar J. / Carlos Ossa. Imágenes suspensivas. Una nueva arquitectura del conocimiento

Filosofía, Política

Dispersos por la ciudad neoliberal, estigmatizados e irredentos, habitamos lenguas secas, cuerpos fríos, voces de la desesperanza. Escribir librados a un destino incierto es compartir el abismo de la soledad que descubre nuestra compasión, un día, una noche, en una esquina, mirando por un tragaluz. M.S

El pliegue escritural de Carlos Ossa es el trabajo fragmentario, con dimensiones suspensivas y cambiantes respecto a la positividad del “concepto gerenciado”. La discontinuidad de la práctica fragmentaria desplaza la idea de que el texto escritural se debe a una inevitable progresión argumental (univocidad). Desde un descalce sobre las imágenes, se trazan cortes, itinerancias, rupturas, pero siempre produciendo disrupciones y posibilidades de sentido.

En La Quimera Electrónica (UFRO, 2024) el autor introduce una alteridad que abre y agudiza una nueva “arquitectura del conocimiento” que concibe la imagen como una relación social cognitiva en tiempos de democracias drómicas. No se trata de suscribir a los pactos estéticos de la ilustración adaptativa, ya sea en su versión historiográfica-ilustrativa, o bien, transigir hacia el peritaje de algún documento antropológico. Lo anterior dista del recurso representacional de las Ciencias Sociales y el gremialismo de los “formatos circunspectos” (Nihilismos de la Academia). Aquí no hay un frenesí diagnostical, sino una interrogación extenuante -aunque nunca reactiva, cabe decirlo- sobre las convulsas agendas epistemológicas. En suma, una escritura que interroga las visualidades del consenso experto.