Mauro Salazar J. / Maquinología. Post-hermenéutica en la obra de Friedrich Kittler

Filosofía

Jussi nos narra que una buena mañana se encontraron y compartieron un taxi Niklas Luhmann [y] Friedrich Kittler, el teórico de los medios. La anécdota de ese encuentro retrata, para Parikka, un quiebre epistémico que se empieza a tejer en los últimos estertores del siglo XX. En esta escena Luhmann le imputa a Kittler que mientras él está ocupado en el contenido del mensaje traído por un mensajero, Kittler está preocupado por el tipo de caballo sobre el que viene montado. Este hiato entre significado y presencia, entre lo inscrito y la superficie de inscripción, será clave para entender aquello que es relevante para un abordaje arqueológico de los medios, a saber: la materialidad. La centralidad de ese lazo primario y sensible en la cual se sitúa la técnica y la experiencia del sujeto. Antropobsceno y otros textos

En virtud de tardanzas epistémicas propias de modelos antropomórficos en comunicación, la obsesividad del humanismo, y la hermenéutica (discurso, sentido y contenido), nos interesa revisitar la noción de medios, más allá del híper industria cultural y su “paradigma de la conciencia” (el llamado soberano-emisor). La obra de Friedrich Adolf Kittler, (1943-2011), ha si fragmentariamente relevada –caso de Hans Ulrich Gumbrecht dejando huellas para los “materialismos mediales” en plena era geológica. De momento es posible consignar tres momentos en la obra del autor alemán. Una primera mixtura responde a teoremas posestructuralistas -el psicoanálisis de Jacques Lacan y la obra analítica del discurso de Foucault- centrada en textos literarios. Un segundo hito, surge a principios de la década de 1980, y está se relaciona con los medios de comunicación, a saber, la fonografía, la cinematografía, la mecanización de la escritura inducida por la máquina de escribir y el ordenador. La tercera etapa no es fácil de categorizar, a saber, “tecnologías culturales”, como traducción directa del alemán Kulturtechniken que implica un enfoque que no sólo se ocupa de toda la gama de materialidades mediales -desde las tecnologías de los medios y los marcos institucionales hasta los regímenes corporales-, sino sistemas de signos como los alfabetos y los sistemas de notación matemática y musical.

Mauro Salazar y Carlos del Valle / Tribulaciones de lo público. Qué es lo Nacional de Televisión Nacional

Filosofía, Política

Durante los dos decenios del siglo XXI, hemos presenciado la intensificación de la sociabilidad on line entre redes sociales y audiencias volátiles. Los sucesos discurren a partir del atentado al World Trade Center (11S), la doctrina Bush de las guerras preventivas, la «Primavera Árabe» (2011), y los liderazgos coléricos (Bolsonaro, Bukele, Trump) que han pulverizado los formatos analógicos de la comunicación moderna.

En 1989, en las puertas de Brandeburgo se jugaban los últimos ecos del sujeto habermasiano, con su vocación universal de públicos -analógicos- y a la sazón se alzaba el entusiasmo de Manuel Castells porque Internet -eventualmente- sería el panteón del acceso democrático. Contra la mediación entre hegemonía y vida cotidiana, Brandeburgo (“El Muro”) fue la escenificación drómica de las tecnologías del presente, pero esencialmente, un pivote del “proyecto cibernético”. Luego el usuario-red en los transcontextos, y la dimensión emotivo-valórica de la experiencia “transcontextual” (“double bind”). Hasta llegar a una “intensificación cognitiva”, donde la información envejece demasiado rápido, y la industria de las emociones se expresa en masivas imágenes de selfies en Instagram, retratos de Pinterest, TikTok y fotografías de Flickr (startup emotient). Esta rapsodia ha dado lugar a las ciencias del comportamiento -capitalismo de las emociones- donde las tecnologías faciales se relacionan con los estados mentales gestionados en mediciones automatizadas desde la digitalización estandarizada de imágenes (Microsoft, Amazon, Face, Api).

Pietro Montani y Marco Maggi / Refigurar para autenticar

Ciencia, Filosofía, Política

Marco Maggi: L’immaginazione intermediale (La imaginación intermedial), un ensayo de 2010 que acaba de reeditar Meltemi, se abría con un análisis de las imágenes de la masacre de Beslán, ciudad de Osetia del Norte donde, tras un atentado terrorista y la posterior intervención de las fuerzas especiales rusas, murieron 386 personas, 186 de ellas niños. En esas páginas, usted razonaba sobre la mediación estética adoptada para hacer frente a la necesidad de testificar o, en sus palabras, sobre la «refiguración» puesta en marcha para «autentificar» las imágenes. Más de una década después, en el mismo cuadrante geopolítico, la guerra se libra, con una intensidad sin precedentes, también en el terreno de las imágenes. Las atrocidades cometidas contra la población civil ucraniana rebotan de un rincón a otro de la red, exhibidas para despertar la indignación y la intervención o descalificadas sistemáticamente como falsas.