Edilberto Afanador y Sandra Edgar / Los tres cuerpos en “La fotografía y el otro” de Diego Lizarazo

Estética, Filosofía, Política

De tanto en tanto la fotografía inspira un conocimiento que aporta paradigmas nuevos para entender la imagen y su repercusión en la cultura y la sociedad. No es difícil inscribir el ensayo de Diego Lizarazo “La fotografía y el otro” (Lizarazo, 2022) en una serie en la que estarían el clásico libro de Roland Barthes “La cámara lúcida” (1980), el libro de Susan Sontag “Sobre la fotografía”, y “Para una filosofía de la fotografía” (1983) de Vilém Flusser. El hecho de que la obra de Lizarazo, en esta serie tan conspicua, sea de un latinoamericano, no es algo que deba pasarse por alto. Más allá de los varios diálogos que el autor haya establecido con las autoridades que forman esta lista; además de que la semiótica, la filosofía y la estética sean campos de referencia para el autor, Lizarazo se diferencia de las perspectivas previas, en que la fotografía de la que habla surge de los contextos de violencia propios de sociedades colonizadas (o poscoloniales, pero con marcas coloniales), asoladas por el capitalismo salvaje y por la guerra. Ni siquiera Susan Sontag, con su especial sensibilidad por las luchas del tercer mundo, podría hablar con la claridad, la solvencia y el sentido que Lizarazo expone al respecto. Con gran agudeza, en el texto de Lizarazo, la fotografía exhibe sus posibilidades éticas y políticas. Al igual que fuese planteado por Butler en “Marcos de Guerra” Lizarazo muestra que en la fotografía hay una condición política, pero a diferencia de ella, en “La fotografía y el otro” no solo estamos ante la política de los aparatos visuales de la guerra que extienden, clasifican y encuadran a sus enemigos según las voluntades del poder, sino ante la posibilidad de contra-aparatos de liberación. Butler tiene presentes las fotografías de Abu Ghraib, en las que el personal militar y paramilitar norteamericano realizó actos de tortura sobre los prisioneros, planteando que tales imágenes expresaban la visión del Departamento de Defensa sobre sus enemigos. Es decir, que la política de guerra norteamericana consideraba que sus enemigos no eran humanos y por ello justificaba dicho trato, y que sus cuerpos, minorizados, no eran merecedores de llanto. Las fotografías de Abu Ghraib encarnaban, con su encuadre, la visión norteamericana sobre el mundo árabe. Butler señaló de esta forma que la imagen funcionaba como una herramienta para definir y calificar a los otros, y para justificar la violencia que se ejerció sobre ellos (Butler, 2009). En su libro Lizarazo presenta la producción visual de otra clase de fotografía, la que realizan fotógrafas y fotógrafos de México, Colombia y Argentina, con la que muestran la experiencia de sufrimiento que las víctimas y sus familias han vivido en medio de procesos de represión de las fuerzas del Estado o de los para-poderes del narcotráfico, frecuentemente aliados con militares y políticos de la región. La mirada fotográfica tiene en estas imágenes, otra naturaleza, no radica en la interpretación de los cuerpos de los otros como recurso para su control político o para su comercialización, sino como una alteridad que nos compromete:

Erika Molina García / En la nada del tumulto y el caos. Bailly y Marchant como fenomenólogos del tener fotográfico

Estética, Filosofía

“obstinada voluntad de saisir (saisir, tener, apoderarse) […], deseo de no dejar que l’effacement (que la borradura, que la obliteración) se lleve con ella las razones para vivir” Jean-Christophe Bailly1

Quisiéramos ahondar en el don tan particular que es una fotografía gracias a una lectura conjunta de Amor de la foto de Patricio Marchant y de Une éclosion continue de Jean-Christophe Bailly. En ambas obras se puede leer una reflexión sobre la manera en que la fotografía, esta materialización de lo que normalmente se pierde, de lo evanescente y furtivo, a la vez transforma y revela aspectos de nuestra percepción no solo en lo que concierne el tiempo, el espacio, la imagen y lo representado, temas fenomenológicos por excelencia, sino sobre todo en lo que concierne nuestra propia afectividad: la fotografía mostraría cierta modalidad de la atención que el amor exige. Así, cuando hablamos de fenomenología en estos autores no nos referimos a su adscripción explícita a la escuela husserliana, sino a su exploración del sentir en términos atencionales, o más bien in-atencionales, y a la exploración que ambos hacen de lo que aquí llamamos fenomenalización.

Zeto Bórquez / La guardia del Ángel: acerca de una reseña para todos y para nadie

Estética, Filosofía

“[D]esde el marco de la filosofía universitaria, Chile es un país de lectorxs, no de autorxs. Los filósofos chilenos leen mucho y escriben poco. En Chile, los ‘especialistas sin creatividad’ que practican la filosofía profesional comentan textos, promueven sucursales de pensamiento, desvían los disparos de la filosofía europea en forma de tertulia. Chile es un país de traducción de libros de filosofía, antes que de creación de obras filosóficas”.

Ángel Octavio Álvarez Solís / La fotografía como filosofía primera. A propósito de Amor a la foto de Patricio Marchant

Estética, Filosofía

La insularidad como práctica teórica

Hagamos un poco de historia comparada de la filosofía a modo silvestre, sin planeación historiográfica ni rigor metódico: desde el marco de la filosofía universitaria, Chile es un país de lectorxs, no de autorxs. Los filósofos chilenos leen mucho y escriben poco. En Chile, los “especialistas sin creatividad” que practican la filosofía profesional comentan textos, promueven sucursales de pensamiento, desvían los disparos de la filosofía europea en forma de tertulia. Chile es un país de traducción de libros de filosofía, antes que de creación de obras filosóficas. En este espíritu beligerante, Patricio Marchant comenta: “hemos sido y somos la conciencia teórica de libreros e importadores de libros” (Escritura y temblor, 418). Por eso, Chile es uno de los lugares en América Latina donde la filosofía primera es la estética y no la metafísica o la epistemología. Un topoi en el que la “traducción” es el principal objeto filosófico y donde el poema, antes que el filosofema o el estratagema, tiene preminencia normativa en nombre del concepto. Chile es pensamiento filosófico de vanguardia que no pasó por la modernidad filosófica, mucho menos por la escolástica colonial o las ontologías amerindias, pues llegó directamente de las entrañas decimonónicas de la metrópoli. No es extraño, entonces, que Chile sea uno de los pocos lugares en el mundo donde el trabajo teórico sea valorado como ensayo literario y, para fortuna de los lectores, nuestras pesquisas “filosóficas” pueden tener un alcance público, institucional. Es más, con la suerte precisa o el pituto adecuado, algunas obras de pensamiento pueden aparecer en el comentario de libros del domingo o la matinal.

Mauricio Amar / Sobe una fotografía tomada en Gaza

Estética, Filosofía

Como bien dice Roland Barthes, si la fotografía tiene un poder sobre la mirada, ello tiene que ver fundamentalmente con una fuerza indicadora de verdad. Podemos rechazar la idea de verdad por completo y, sin embargo, cuando vemos una fotografía, pensamos que estamos ante un hecho que ocurrió realmente, incluso sabiendo que el compuesto de esta realidad es la fugacidad, el instante, lo irrepetible. Alfredo Jaar ha planteado que una fotografía siempre se hace, es decir, lleva consigo una mirada que no está en la fotografía sino que es la del fotógrafo que encuadra y crea una ventana en medio de lo fugaz. La imagen fotográfica aparece, entonces, como una especie de mirada compartida entre el fotógrafo y su público, una manera de hacer común la luz de un instante.

Valeria de los Ríos / Vida y comunidad en la fotografía de Sergio Larraín

Arte, Filosofía

En este trabajo, a partir de la observación de las fotografías de niños y animales de Sergio Larraín, del estudio de sus procedimientos técnicos (encuadre, el fuera de campo, la presencia de distintos planos y el desenfoque) y a través de la lectura de algunas de sus cartas en donde reflexiona en torno a la fotografía y la vida (entendida como bios), pretendo cuestionar la lectura moderna del autor, que lo sitúa como un fotógrafo humanista. Estas fotografías otorgan presencia y movilidad a niños y animales, de modo que en su trabajo se puede trazar una continuidad a partir de las nociones de comunidad e inmunidad, definidas por Roberto Espósito. De este modo, desde un punto de vista biopolítico, la obra de Larraín adquiere una contemporaneidad que cuestiona las formas tradicionales de entender el arte, la vida y la comunidad.