Quienes hoy nos gobiernan intentan organizar la supervivencia de la humanidad, intentan, es decir, transformar a los vivos en supervivientes. Pero lo que sobrevive ya no está vivo; vive de verdad solo quien no sobrevive a su propio modo de vivir y a su propio mundo. Una vida desnuda no existe: no es más que una abstracción del derecho y del poder. Los supervivientes que nos rodean no tienen boca ni oídos, no hablan ni escuchan, solo cuentan. Hablarles no sirve de nada. Los poetas y los filósofos están muertos; por eso con ellos podemos hablar.
Gobierno
Giorgio Agamben / Sobre las relaciones falsas
Filosofía, PolíticaUna buena definición del poder político es la que lo caracteriza como el arte de poner a los hombres en relaciones falsas. Esto, y no otra cosa, es lo que hace en primer lugar el poder, para poder gobernarlos luego como quiere. Una vez que se han dejado introducir en relaciones oblicuas en las que no pueden reconocerse, los hombres son de hecho manipulables y orientables a su antojo. Si creen tan fácilmente en las mentiras que se les proponen, es porque falsas son ante todo las relaciones en las que, sin darse cuenta, ya se encuentran siempre.
Javier Agüero Águila / Una nueva libertad. Apuntes sobre Anarquismo en Catherine Malabou
Filosofía, PolíticaI. Relieve
Para comenzar, se quisiera relevar el siguiente pasaje de Catherine Malabou que, pensamos, es el gesto filosófico que se disemina en toda su obra (o podría) y que será, de igual forma, un principio filosófico mayor; una estructura fundamental del pensamiento, si se quiere.
Escribe en su libro ¡Al ladrón! Anarquismo y filosofía “¿Cómo cavar el relieve de una diferencia en la superficie?”1.
El pasaje no se revela por sí mismo. Hay, justo, que “cavar”. Va de intuir geografías e intensidades simultáneas, napas subterra y agenciamientos superficiales, dérmicos; todo ocurriendo en el sobresalto de una genealogía supuesta en la que encontraremos –o no– alguna respuesta; genealogía en “relieve” que es, sin embargo, el exceso de una diferencia; la suplementariedad en la que se resuelve la ausencia de cualquier repetición y en la que hacemos frente a la singularidad absoluta.
Giorgio Agamben / Las dos caras del poder 4: anarquía y política
Filosofía, PolíticaFue un constitucionalista alemán de finales del siglo XIX, Max von Seydel, quien planteó la pregunta que hoy suena ineludible: «¿qué queda del reino si le quitas el gobierno»? En efecto, ha llegado el momento de preguntarse si la fractura de la máquina política de Occidente ha alcanzado un umbral a partir del cual ya no puede funcionar. Ya en el siglo XX, el fascismo y el nazismo habían respondido a esta pregunta a su manera mediante el establecimiento de lo que con razón se ha llamado un «Estado dual», en el que el Estado legítimo, fundado en la ley y la constitución, está flanqueado por un Estado discrecional que sólo está formalizado parcialmente y la unidad de la máquina política es, por tanto, sólo aparente. El Estado administrativo en el que se han deslizado más o menos conscientemente las democracias parlamentarias europeas no es, en este sentido, técnicamente más que un descendiente del modelo nazi-fascista, en el que los órganos discrecionales ajenos a los poderes constitucionales se sitúan junto a los del Estado parlamentario, vaciado progresivamente de sus funciones. Y es ciertamente singular que una separación de reinado y gobierno se haya manifestado hoy incluso en la cúspide de la Iglesia romana, en la que un pontífice, viéndose incapaz de gobernar, ha depuesto espontáneamente la cura et administratio generalis, conservando su dignitas.
Giorgio Agamben / Las dos caras del poder 3: Reino y Gobierno
Filosofía, Política«Le roi règne, mais il ne gouverne pas«, «el rey reina, pero no gobierna». Que esta fórmula, que está en el centro del debate entre Peterson y Schmitt sobre teología política y que en su formulación latina (rex regnat, sed non gubernat) se remonta a las polémicas del siglo XVII contra el rey de Polonia Segismundo III, contiene algo así como el paradigma de la estructura dual de la política occidental, es lo que intentamos mostrar en un libro publicado hace casi quince años. Una vez más, en su base se encuentra un problema genuinamente teológico, el del gobierno divino del mundo, a su vez expresión en última instancia de un problema ontológico. En el capítulo X del libro L de la Metafísica, Aristóteles se había preguntado si el universo posee el bien como algo separado (kechorismenon) o como un orden interno (taxin). Es decir, se trataba de resolver la drástica oposición entre trascendencia e inmanencia, articulándolas a través de la idea de un orden de entes mundanos. El problema cosmológico tenía también un significado político, si Aristóteles puede comparar inmediatamente la relación entre el bien trascendente y el mundo a la que une al estratega de un ejército con el ordenamiento de sus soldados y a una casa con la conexión mutua de las criaturas que viven en ella. «Los entes», añade, «no quieren tener una mala constitución política (politeuesthai kakos) y por ello debe haber un único soberano (heis koiranon«, que se manifiesta en ellos en la forma del orden que los conecta. Esto significa que, en última instancia, el motor inmóvil del Libro L y la naturaleza del cosmos forman un único sistema de dos caras y que el poder -ya sea divino o humano- debe mantener unidos los dos polos y ser tanto norma trascendente como orden inmanente, tanto reino como gobierno.
Giorgio Agamben / La técnica y el gobierno
Filosofía, PolíticaAlgunas de las mentes más agudas del siglo XX coincidieron en identificar el reto político de nuestro tiempo con la capacidad de gobernar el desarrollo tecnológico. «La cuestión decisiva», se ha escrito, «es hoy cómo un sistema político, cualquiera que sea, puede adaptarse a la era de la tecnología. No conozco la respuesta a esta pregunta. No estoy convencido de que sea la democracia». Otros han comparado el control de la tecnología con la empresa de un nuevo Hércules: «quienes consigan someter la tecnología que ha escapado a todo control y ponerla en un orden concreto habrán respondido a los problemas del presente mucho más que quienes intenten alunizar o aterrizar en Marte con los medios de la técnica».
