Javier Agüero Águila / Llámenla locura o digan filosofía

Filosofía

A Valeria Campos,

por su amistad sincera

en tiempos de desapariciones

1. La filosofía es una forma de locura y, como toda locura, lo es en su singularidad. No se pretende en este breve texto –no se puede– ir más allá de lo que ya se ha escrito sobre este “tópico” a lo largo de la historia del pensamiento (Sócrates, Descartes, Voltaire, Nietzsche, Foucault, Derrida y el largo etcétera), sin embargo, en este intento de buscar lo irreductible, de la insistencia en aquello que no permitiría ninguna hendidura más en la razón; o tratando de explorar la experiencia de la no experiencia en lo hiperbólico, en el exceso del exceso por encima de cualquier presente no-loco sino situado, es que la filosofía, en su momento, ahí donde “actúa”, está loca, y solo un loco o loca podría asistir esta condición.

Javier Agüero Águila / Decir izquierda

Filosofía, Política

1. Marguerite Duras, en un texto de 1980 titulado Los ojos verdes describía –con su laconismo tan propio y genial– el discurrir de su tiempo, o al menos de lo que ella experienciaba como su pasar por el mundo:

El enrarecimiento de la actualidad y de la simultaneidad de uno mismo y del mundo se hace sentir cada vez más… ¿Y qué puedes hacer tú? Todo es distinto y, sin embargo, el truco está ahí. Tú sólo tienes que mirar, ¿entiendes?”.

El pasaje es desestabilizante a la luz de un individuo perplejo que no es capaz de definir su experiencia; la realidad rara, bizarra a los ojos verdes de quien la resiente como pura extrañeza, al tiempo que se concibe a sí mismo como una individualidad simultánea que se coordina con las variaciones también ingentes de una mundanidad revuelta. En breve, Duras nos habla de un individuo disuelto en una multiplicidad de roles exigidos por una existencia subordinada a la indefinición, atonal y sin rasgos; a no ser esto o aquello, sino, más bien, a quedar vacío en el tinglado infinito de posibilidades que se desparraman en el tartamudeo de las indecisiones, de lo indecible, de lo que no dispone de una secuencia básica que entregue una forma de habitar la vida; de existir más allá de solo vivir como resorte biológico natural.

Aldo Bombardiere Castro / Mutación, fantasma, gesto. Palabras a Futuro Anterior. Apuntes sobre un tiempo mutante de Javier Agüero Águila

Filosofía

Dentro del cuerpo de esta obra, el término “mutación” se encuentra escrito, a lo más, en dos ocasiones. En ambas, no cuenta con mayor relevancia, cumpliendo una función adjetivada (“mutante”), es decir, un rol descriptivo de un sustantivo. Sin embargo, en la Nota que antecede -e ilumina- al cuerpo de la obra, su relevancia es crucial. Extraído y desplazado desde el ámbito biológico, constituye una suerte de signo hermenéutico, el cual, de manera tan crítica como sensible, tan filosófica como poética, permite articular el conjunto textual, por así decirlo, a partir de una profundidad oculta. La operación de lo mutante, en efecto, devendría espectral, siendo capaz de desplegar variaciones reconocibles pero impronosticables en su aparecer. Su esencia (en caso de tenerla) consistiría en desencializar la ontología metafísica de lo destinal: el telos de cada organismo resulta derogado, mas no negado, por el azote de la mutación. Al decir de Javier Agüero Águila, lo mutante “es un clinamen, una degeneración, una nueva especie de la especie madre, o bien, el reflejo deformado de nuestras certezas más fosilizadas.” Y acto seguido, agrega acerca del mismo concepto:

Javier Agüero Águila / La paz no existe

Filosofía, Política

La paz no es el antónimo de la guerra, por el contrario, es su mímesis. El espacio en blanco (su sangría) que la antecede.

¿Qué paz? ¿hay diferentes formas de paz o la inmensidad de su significado se abrevia en su puro singular? ¿Desde qué lugar hablamos en el momento en que nos dirigimos a ella? ¿es posible ir directo a la paz, sin desvíos, sin permutar nada, sin conceder la más mínima alteración de nuestra pulsión pacifista? O, por el contrario ¿estamos determinados a destruir todo a nuestro paso mientras nos enrolamos en su búsqueda frenética? La paz no existe, nunca, es una esterilidad histórica y culturalmente falsa; se trataría de que en su nombre todo lo que la humanidad ha perseguido no es más que la expansión y subordinación de un grupo humano por sobre otro. La paz no existe, no es, y toda su gramática y tradición que deviene de un cierto eco judeo-cristiano no se correlaciona en nada con la constatación histórica del sometimiento que urge y exige.

Mauro Salazar J. y Javier Agüero Águila / Asediar la Revuelta. Una autocrítica (a propósito del PNUD)

Filosofía, Política

Tras la alquimia de los torniquetes (18 de octubre), se agolparon multitudes que desplegaron barricadas, grafitis, murales y performances, sin proyectar ningún horizonte institucional (“realismo”) cediendo el espacio a la derecha y a un “progresismo adaptativo”, que se ha desplegado en las últimas semanas. Pese a las potencias igualitarias, la revuelta concedió “lugares vacíos”, sin custodiar críticamente formas de traducibilidad, articulación, o bien, alguna trama destinal por aquellos meses.

En el último tiempo, y por una vía radicalmente distinta -aunque muy síntomal- ciertos hitos de Octubre han sido visibilizados por el Informe PNUD 2024. El mensaje del Informe es que los cambios han sido postergados, diferidos, interrumpidos, etc. En suma, no hay inventividad, ni sesgos ex nihilo. El mensaje de hoy devela un país sin metáforas de época, imagen de futuro, ni semblantes de transformación. Si bien el informe no tiene la densidad del año 1998, Paradojas de la Modernización, deja planteado la tesis de ruptura entre «lo político y lo social».

Javier Agüero Águila / 11 de septiembre: El detenido desaparecido

Filosofía, Política

La pregunta que asalta, hoy, 11 de septiembre –entendido “lo que asalta” como algo que nos aborda y desborda precipitada y disruptivamente así, incidiendo y descoincidiendo con “el curso normal de las cosas”, con su flujo (el asalto a La Moneda)– es qué hemos hecho con estos dos números y 12 letras que, evidente, son mucho más que eso.

11 de septiembre como un sustantivo con un extenso predicado histórico que ha sido sometido a múltiples manipulaciones. Hablamos de que en “el cuerpo” de este nombre propio (11 de septiembre) se ha inseminado una secuencia indescriptible de interpretaciones, pretensiones de fijación históricas, deletéreos intercambios que coordinan el tiempo de la política, metabolismos de reconciliación, perdón y amnesia; 11 de septiembre que ha devenido en amnistías y pactos secretos que revitalizan el carácter promiscuo y origen orgiástico de nuestra democracia exudante de prédicas exitistas y que recupera su discurrir anfibio en las celebraciones y los monolitos, en los discursos de arrepentimiento y en el –a esta altura completamente vaciado de sentido– “nunca más”.