Maurizio Lazzarato / ¡Combatir la máquina genocida! Repensar el dos, la división, la revolución

Filosofía, Política

¡El neoliberalismo nunca ha existido!

El paso del fordismo al llamado neoliberalismo se produce a través del despliegue de la «potencia de lo negativo», ejercida no por individuos —como querría el liberalismo— sino por Estados, instituciones, monopolios, grupos sociales, partidos políticos, fuerzas militares, etc. La afirmación de un nuevo sistema económico‑político‑militar se realiza ante todo a través de la destrucción: negación de las clases tal como habían salido de la Segunda Guerra Mundial (tanto las clases revolucionarias del Sur del mundo como las comprometidas en luchas más reformistas, pero también las clases dominantes de inspiración keynesiana); negación de los dispositivos económicos de los «treinta años gloriosos» (el funcionamiento de la moneda, del salario, del welfare, de los servicios públicos, etc., según los principios keynesianos); negación de las instituciones de aquella época, en particular de la democracia, juzgada incompatible con el capital; negación de la cultura del «compromiso» instaurada en la posguerra.

Solo recordamos aquí algunas fechas «simbólicas» (y los acontecimientos que se les vinculan) de este proceso al mismo tiempo de negación y de afirmación, describible como una larga serie de decisiones, amenazas, intimidaciones, chantajes, guerras civiles, imposiciones unilaterales fundadas en la fuerza del imperio estadounidense. A diferencia de la transformación en curso, de la revolución conservadora de los años setenta y ochenta tenemos todos los documentos necesarios para hacer un balance de su desarrollo y podemos constatar fácilmente que se trata de la matriz de nuestro presente.

Mauro Salazar J. / Izquierda y neo-desarrollismo. Del Consenso de Washington al Consenso de Beijing

Filosofía, Política

Luego del triunfo de las potencias populares en las primarias del domingo anterior, de sus desacatos y flujos expresivos, cabe consignar que la izquierda chilena ha ido tomando distancia de Caracas -como critica ordo liberal o popular- estableciendo matices y oscilaciones respecto al modelo cubano. Todo ello en medio de un rústico asedio medial –“anticomunismo”- donde las preguntas resultan tan esperables, como intensamente tediosas. Pese a estos desplazamientos, salvo honrosas excepciones, no hemos sabido de alguna alfabetización del modelo chino y sus efectos de neo-dependencia en las relaciones de intercambio (accesos o democratización del consumo). En nuestra parroquia ronda una pereza cognitiva ante un modelo rentista de “colonización blanda”, rizomática, cuya geopolítica supuestamente no alteraría materias de soberanía, garantizado el nuevo desarrollismo. Y aunque las urgencias de nuestra plaza responden a fenómenos de informalidad, migración, gobernabilidad, seguridad y ausencia de políticas de desarrollo, urge entrar a un debate que se aleje de las fabulas de Confucio -ver el estado de los keynesianos- y, de paso, transparentar el bicameralismo de la derecha chilena que, amén de criticar drásticamente la tesis doctrinal del PCCH, abunda en agravar el extractivismo (neo-desarrollista) consignando celebratoriamente las altas cifras del intercambio comercial. No se trata de la fastidiosa tarea de buscar manuales del XXI, negar los muros de la facticidad (60% de exportación hacia Asia), sino explorar experiencias sin relaciones dogmáticas en materias de neurociencias, bioética, políticas de desarrollo, servicios, régimen de universidades, cadenas de valor, IA, ahorro energético, sistema arancelario, petroquímica, ferroviario, ciberseguridad, control de las telecomunicaciones, etc. Tal tarea implica revisar restricciones y las brechas que ello implica en el caso chino. Pese a la ausencia de militarización en política exterior, de la sociedad Mao Zedong, no cabría edulcorar estos puntos cuando el 40% de las exportaciones chilenas van a la ruta de la seda.

Carlos del Valle y Mauro Salazar J. / Las desventuras del malestar. Enemizaciones y autoritarismos.

Filosofía, Política, Sin categoría

Unos van por un sendero recto,

Otros caminan en círculo,

Añoran el regreso a la casa paterna

Y esperan a la amiga de otros tiempos.

Mi camino, en cambio, no es ni recto, ni curvo,

Llevo conmigo el infortunio,

Voy hacia nunca, hacia ninguna parte,

Como un tren sobre el abismo.

Anna Ajmátova.

Bajo un atribulado espíritu de época, la proliferación de liderazgos autoritarios, exclusión de pueblos originarios, genocidios del Oriente Medio y Europa Oriental, conmina a un nuevo lenguaje que debe emplazar las complacencias del malestar, en la biblioteca de la transición chilena (1990). La gobernabilidad no se articula por la vía de narrativas o “seducciones discursivas”, sino en un campo visual, bélico y fáctico de enemizaciones, cuyas huellas se anudan a un imaginario neo-político. Tal estado de cosas, obliga a revisar los silogismos del orden crítico y reubicar el mal-estar, su vocación pedagogizante, como así mismo, sus estéticas anestésicas.

Carlos del Valle R. y Mauro Salazar J. / Genealogía de un laissez faire Oligarquizante

Filosofía, Política

La tradición no es una cosa que se recibe, sino que se gana con esfuerzo; encierra el sentimiento de la historia, es un sentimiento de la historia en el que se unen el tiempo y aquello que trasciende al tiempo, y es lo que hace que el hombre [sea] tradicional” TS Eliot, 1919.

Luego del orden fáctico implementado bajo la “modernización pinochetista”, el conservadurismo de la vieja república -1938/1973- no puede ser imputado desde un continuum con las premisas que inspiraron el programa encabezado por los Chicagos Boys (1976). No existe una relación evidente entre pensamiento conservador y partidos de derechas. De otro modo, abundan mixturas e indicios de conservadurismo libidinal, centrista o de izquierdas. También existe revolución conservadora.

Mauro Salazar J. y Javier Agüero Águila / Zona de abismos. Estudios Culturales y Academia managerial

Filosofía, Política

Exordio. En las últimas décadas del siglo XX, la modernidad como imago de mundo padeció un temblor inaferrable de la disyunción. A la crisis del programa filosófico-político, cabe subrayar la desarticulación de paradigmas y saberes autorizados. En tal clima se extendió la idea de que el proyecto originario había sido devastado por la emergencia de un régimen de pensamiento fragmentario que estimulaba la dispersión como agente plural en la comprensión del mundo. Un efecto que aún “craquelada” nuestras percepciones sobre la realidad; percepciones rotas en el sentido de una unicidad original y fundamentalmente alternante en tanto construcción de significaciones compartidas. 

Aldo Bombardiere Castro / Copamiento

Filosofía, Política

Resulta sintomático notar cómo durante estos últimos años la -así llamada- esfera de opinión pública se ha caracterizado por un acelerado copamiento discursivo. Si, según el sueño del liberalismo habermassiano, la opinión pública moderna estaba destinada a constituir un terreno capaz de garantizar tanto la discusión y la deliberación racional, como el ejercicio y perfeccionamiento del Estado de Derecho, de la libertad de expresión y de una cultura democrática al amparo del ideal de la autonomía subjetiva, durante la última década tal sueño ha quedado definitivamente sepultado. La opinión pública, en tanto esfera presuntamente autónoma y posibilitante del ejercicio de la propia autonomía subjetiva, ya no va más: ha extraviado -en caso de alguna vez haber contado con ellas- sus propias condiciones de posibilidad: el carácter crítico de la racionalidad.