Las consecuencias del genocidio israelí en Gaza serán terribles. Un acontecimiento de este grado de barbarie, sostenido por una conspiración internacional de inercia moral y silencio, no será relegado en la historia como un “conflicto” más o una mera tragedia.
El genocidio de Gaza es un catalizador de grandes acontecimientos por venir. Israel y sus valedores son plenamente conscientes de esta realidad histórica. Precisamente por eso el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, libra una carrera contrarreloj, intentando desesperadamente garantizar que su país siga siendo relevante, si no en pie, en la era que viene. Persigue este objetivo mediante la expansión territorial en Siria, la agresión implacable contra el Líbano y, por supuesto, el deseo de anexionar todos los territorios palestinos ocupados.
