Al parecer hemos llegado a un punto muerto a nivel planetario. Un punto donde la vida misma, los mundos, los cuerpos y la imaginación parecen quedar subsumidos por la transparencia e infinitud de las redes algorítmicas y de las estructuras y flujos de dominación que de ellas emanan. Redes, por cierto, que han sido extendidas por la cibernética y los dispositivos de control, autoritarismos, supremacismo y diversos modos de extractivismos, dando cuenta de una nueva ola de aceleración, crecientemente neofascista, del sistema productivo del en su fase financiera neoliberal. Nada de esto, por cierto, escapa a la realidad nacional.
Las elecciones presidenciales de las próximas semanas poseen una significación especial. Por un lado, si hasta hace unos meses la victoria del neofascista de Kast era inminente mientras hoy yace en duda; por otro lado, podríamos decir que el triunfo de la lógica neofascista ya se ha efectuado, con todas las propiedades esenciales de un hecho consumado.
