Filósofos como Marcuse han subrayado las propiedades liberadoras del quehacer artístico. Pero si hemos de pensar el arte como el Gran Rechazo, es necesario mostrar qué rechaza el arte y con qué busca sustituirlo. Respecto a estas preguntas, existen dos respuestas antagónicas. Mientras una busca en la experiencia artística rechazar lo dado en nombre de una verdad intemporal, la otra también reniega de lo dado, pero admite el carácter provisorio de toda verdad. Aunque en apariencia sutil, esta distinción es sustancial. A partir de una lectura de Platón, muestro por qué en la primera posición no hay cabida para lo humano, y por qué de ella se desprenden implicaciones totalitarias. Para caracterizar a la segunda posición, me sirvo de la concepción estética de Octavio Paz y de la propuesta escultórica de Alexander Calder. Ambas propuestas permiten conciliar la insatisfacción que palpita en el arte con la alteridad que caracteriza a lo humano.
Totalitarismo
Roberto Esposito / Totalitarismo o biopolítica
FilosofíaGonzalo Díaz Letelier / El dispositivo gubernamental, su totalización moderna y el afuera de los paganos
FilosofíaA partir de la distinción que Michel Foucault hace, en el seno de su concepto de subjetivación, entre la “sujeción” y el “arte de vivir”, enfocaremos en un primer momento la descripción genealógico- arqueológica de la deriva de las tecnologías de sujeción –producción de subjetividad– que van desde el poder pastoral de corte eclesiástico hasta el poder gubernamental de corte estatal y el poder mercantil-veridictivo de corte post-estatal. Sobre esta base consideraremos la deriva totalitaria moderna, que en Foucault tiene el carácter de una biopolítica, como convergencia y anudamiento del “doble vínculo” entre procedimientos de totalización política y técnicas de individualización moral –en este sentido haremos referencia, por una parte, a las indicaciones de Giorgio Agamben respecto de la confluencia totalitaria entre soberanía política y gubernamentalidad económica, y por otra parte, al vínculo que plantea Rodrigo Karmy entre el dispositivo gubernamental moderno y el concepto biopolítico de “civilización”.