Giorgio Agamben / Sobre las relaciones falsas

Filosofía, Política

Una buena definición del poder político es la que lo caracteriza como el arte de poner a los hombres en relaciones falsas. Esto, y no otra cosa, es lo que hace en primer lugar el poder, para poder gobernarlos luego como quiere. Una vez que se han dejado introducir en relaciones oblicuas en las que no pueden reconocerse, los hombres son de hecho manipulables y orientables a su antojo. Si creen tan fácilmente en las mentiras que se les proponen, es porque falsas son ante todo las relaciones en las que, sin darse cuenta, ya se encuentran siempre.

Mauricio Amar / Israel como identidad. En torno a la racionalidad paranoica

Filosofía, Política

En un reciente texto divulgativo y muy corto, Giorgio Agamben ha puesto de relieve un asunto fundamental para comprender nuestro atribulado tiempo. Titulado Sobre la identidad, y abordando una sugerente idea de Alexandre Kojève, el filósofo indica que «El error de quienes buscan una identidad es querer convertirse en lo que ya son»1. Una simple fórmula que abre una tensión conceptual para comprender el sionismo político y la deriva genocida del Estado de Israel. Querer convertirse en lo que ya se es no implica de ninguna manera que efectivamente se «sea» de tal identidad, pues –dice Agamben– «Lo que simplemente somos no es una identidad, es una experiencia originaria siempre en curso, que continuamente se nos escapa entre las manos y por eso nunca podemos llegar a ser». La identidad funciona como una forma de imaginar el «sí mismo» no como una posibilidad, sino como algo ya realizado, pero como sabemos, la realización nunca es realmente posible, ni siquiera en las obras aparentemente más acabadas. De este manera, cada vez que se reafirma una identidad como «ya sida», a ella le corresponderá realizarse de otro modo. Por ejemplo, la identidad judía que el sionismo ha impuesto en Israel como retorno definitivo de un pueblo imaginado a su espacio vital o tierra prometida, si en un primer momento hace coincidir la matriz Pueblo-Estado como una realización, de inmediato crea una nueva tarea (expulsar o exterminar a los palestinos, crear el Gran Israel, convertirse en hegemón de Oriente Medio, etc), cuestión que no es otra cosa que una repetición del acto por medio del cual se crea la primera identidad.

Giorgio Agamben / Sobre la identidad

Filosofía

Kojève expresó una vez en forma de advertencia una crítica de la identidad sobre la cual es necesario reflexionar: «Sé aquello que nunca podrás llegar a ser». El error de quienes buscan una identidad es querer convertirse en lo que ya son. Lo que simplemente somos no es una identidad, es una experiencia originaria siempre en curso, que continuamente se nos escapa entre las manos y por eso nunca podemos llegar a ser. Y sin embargo, la sociedad en la que vivimos no hace más que atribuirnos una identidad que, con mayor o menor convicción, terminamos asumiendo. Esta identidad –en el fondo lo sabemos perfectamente– es necesariamente postiza y quien quiere verdaderamente convertirse en lo que es corre el riesgo –como le ocurrió a Nietzsche y como, aunque en medida menos evidente, le sucede a casi todos– de caer en la locura. Sabio, es decir sin identidad, es quien es siempre sin nunca llegar a ser: pero esto es precisamente lo que hoy las sociedades llamadas civiles consideran como extraño y rechazan hacia los márgenes, cuando no buscan pura y simplemente eliminarlo.

Giorgio Agamben / El Estado y la guerra

Filosofía, Política

Lo que llamamos Estado es, en última instancia, una máquina para hacer guerras y, tarde o temprano, esta vocación constitutiva acaba emergiendo más allá de todos los objetivos más o menos edificantes que pueda fijarse para justificar su existencia. Esto es especialmente evidente hoy en día. Netanyahu, Zelensky y los gobiernos europeos persiguen a toda costa una política de guerra para la que sin duda se pueden identificar objetivos y justificaciones, pero cuyo motivo último es inconsciente y se basa en la propia naturaleza del Estado como máquina de guerra. Esto explica por qué la guerra, como es evidente para Zelensky y para Europa, pero también en el caso de Israel, se persigue incluso a costa de enfrentarse a su propia posible autodestrucción. Y es vano esperar que una máquina de guerra pueda detenerse ante este riesgo. Seguirá adelante hasta el final, sea cual sea el precio que tenga que pagar.

Giorgio Agamben / El fin de Ucrania

Filosofía, Política

La guerra en Ucrania está llegando a su fin y, sea cual sea su desenlace, coincidirá con la desaparición de la «antigua República Socialista Soviética de Ucrania» (antes de la cual nunca había existido un Estado ucraniano y conviene recordar que Crimea, que Zelensky no deja de reclamar, fue unida a la República Soviética Ucraniana solo en 1954 por Jruschov y, según el censo de ese año, estaba poblada en un 72% por rusos). Como no ha dejado de repetir la clase dirigente europea: estaremos con Ucrania hasta el final. Pero este final no podrá sino implicar también el destino de Europa. ¿Qué hará y qué dirá Europa cuando el fin de Ucrania, al que ha contribuido a convertir en catastrófico, sea un hecho consumado? Según las previsiones de los observadores políticos más perspicaces, es probable que también se ponga en tela de juicio la identidad de la actual comunidad europea, que no tiene otra realidad jurídica que la de un acuerdo internacional entre Estados. Y esta es la única consecuencia positiva que podemos esperar de la guerra en Ucrania, que, por lo demás, como todas las guerras, es desastrosa.

Giorgio Agamben / El medioevo que viene

Filosofía, Política

Un pasaje del libro de Sergio Bettini sobre El arte al final del mundo antiguo describe un mundo que es difícil no reconocer como similar al que estamos viviendo. «Las funciones políticas son asumidas por una burocracia estatal; esta se acentúa y se aísla (anticipando las cortes bizantinas y medievales), mientras las masas se vuelven abstencionistas (germen del anonimato popular de la Edad Media); sin embargo, dentro del estado se forman nuevos núcleos sociales en torno a las diversas formas de actividad (germen de las corporaciones medievales) y los latifundios, vueltos autárquicos, preludian la organización de algunos grandes monasterios y del mismo estado feudal».