Salvatore Spina / Cultura de derechas hoy

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El año, ya próximo a su conclusión, ha registrado, en el ámbito de las ciencias filosóficas, algunas publicaciones interesantes sobre el tema del fascismo.

En el mes de septiembre Roberto Esposito, probablemente el filósofo político más importante dentro de la Italian Theory, publica para Einaudi un volumen intenso, titulado Il fascismo e noi. Un’interpretazione filosofica. En estas páginas el filósofo napolitano da forma a una interpretación completamente particular del fascismo italiano y de los fascismos en general, poniendo de relieve cómo el análisis histórico del fenómeno fascista es necesario pero no suficiente para captar hasta el fondo su alcance epocal. Solo las herramientas de la filosofía son capaces de comprender plenamente cómo «el fascismo no es un régimen, un movimiento, una doctrina —o mejor, que es todo esto, pero ante todo es una máquina metafísica que puede definirse “generativa” en cuanto capaz de generar sus propias condiciones de existencia y expansión» (Esposito 2025, pp. XII-XIII).

Tariq Anwar / La piedra que ve

Filosofía, Política

Lo que hoy se manifiesta bajo el nombre de Palantir no es simplemente una empresa tecnológica entre otras, sino la cifra misma de una transformación decisiva en la relación entre poder y vida. El nombre, como es sabido, remite a las esferas videntes de Tolkien, que permitían ver a distancia y en el tiempo —pero también, significativamente, ser vistos y manipulados por quien detentaba la esfera más poderosa. Nombre apropiado para una máquina que pretende volver transparente todo movimiento humano a los ojos de un poder que permanece, él mismo, rigurosamente opaco.

Es preciso reflexionar sobre el hecho de que la misma infraestructura técnica que acelera el exterminio en Gaza gestiona los flujos migratorios en las fronteras estadounidenses, coordina las agencias de inteligencia y administra los datos sanitarios de poblaciones enteras. No se trata de una coincidencia ni de un simple negocio comercial: es la revelación de una unidad profunda. La guerra, la frontera, la salud y la seguridad ya no son esferas distintas, sino modulaciones de un único dispositivo de gobierno que tiene en la gestión algorítmica de la vida su propio centro operativo.

Mauro Salazar J. / El derrumbe ilustrado. Liberalismo, babelización y progresismos en fuga

Filosofía, Política

Escena de escenas: coup d’État.

Sin abjurar de sus plásticas, en las últimas horas Carlos Peña ha destilado una melancolía gestionada sobre los límites del liberalismo chileno (más allá de Bilbao, Arcos, la generación de 1913) respecto a sus enunciados performativos. Habría que precisar, si tal discernimiento entre el liberalismo histórico (que nunca existió en Chile, salvo en su dimensión decimonónica, anticlerical), como promesa incumplida y el liberalismo como gramática que organiza posiciones u horizontes sin habitarlos. Se desliza entonces una sospecha liminal, el liberalismo vive de una promesa que él mismo traiciona, y esa traición no es accidental sino constitutiva. El liberalismo fáctico (despinochetización) traiciona el espectro de una promesa que lo precede y excede, resto inasimilable en el corazón de aquello que pretende fundar.

Inquirición ¿Y cada columna dominical era un ritual de duelo fallido convertida ella misma en mercancía simbólica? Tribulaciones de una ficción normativa —racionales, públicos y liberales— que comienzan su lento desmoronamiento. Aunque no abrazamos la crítica glotona que pesa sobre Peña, la estética primitiva de la denuncia, sabemos que la modernización pierde su púlpito centrista. El propio rector ha subrayado hace dos días una «genealogía» (para entender actuales entusiastas) que descansaría en Jaime Eyzaguirre, devoto hispanista cuya sombra se proyectó sobre la revista Portada, fundada en 1969 por intelectuales nacionalistas vinculados al Opus Dei. Linaje de una tradición que se quiso ilustrada sin serlo, cobertura discursiva para una matriz corporativo-nacional que articuló, en los intersticios del autoritarismo, la combinatoria entre hispanidad católica y neoliberalismo económico: sutura que la dictadura consolidaría como atmósfera, como paisaje naturalizado donde lo contingente devino necesario y lo históricamente producido se presentó como suelo, como origen que nunca fue tal.

Maurizio Lazzarato / ¡Combatir la máquina genocida! Repensar el dos, la división, la revolución

Filosofía, Política

¡El neoliberalismo nunca ha existido!

El paso del fordismo al llamado neoliberalismo se produce a través del despliegue de la «potencia de lo negativo», ejercida no por individuos —como querría el liberalismo— sino por Estados, instituciones, monopolios, grupos sociales, partidos políticos, fuerzas militares, etc. La afirmación de un nuevo sistema económico‑político‑militar se realiza ante todo a través de la destrucción: negación de las clases tal como habían salido de la Segunda Guerra Mundial (tanto las clases revolucionarias del Sur del mundo como las comprometidas en luchas más reformistas, pero también las clases dominantes de inspiración keynesiana); negación de los dispositivos económicos de los «treinta años gloriosos» (el funcionamiento de la moneda, del salario, del welfare, de los servicios públicos, etc., según los principios keynesianos); negación de las instituciones de aquella época, en particular de la democracia, juzgada incompatible con el capital; negación de la cultura del «compromiso» instaurada en la posguerra.

Solo recordamos aquí algunas fechas «simbólicas» (y los acontecimientos que se les vinculan) de este proceso al mismo tiempo de negación y de afirmación, describible como una larga serie de decisiones, amenazas, intimidaciones, chantajes, guerras civiles, imposiciones unilaterales fundadas en la fuerza del imperio estadounidense. A diferencia de la transformación en curso, de la revolución conservadora de los años setenta y ochenta tenemos todos los documentos necesarios para hacer un balance de su desarrollo y podemos constatar fácilmente que se trata de la matriz de nuestro presente.

Rodrigo Karmy Bolton / «Ven-seremos»

Filosofía, Política

Alguna vez Roberto Matta, escribió la expresión “Venceremos” pronunciada por la izquierda de los años 60 y 70 en la forma “Ven-seremos”. La modificación escritural no puede ser leída como un simple juego de palabras, aunque lo sea. Como sabemos, Matta no era más que un niño juguetón. Al desplazar “venceremos” por “ven-seremos”, Matta subvierte la gramática con la que frecuentemente la izquierda hablaba: el léxico de la hegemonía. En su gesto, Matta desarticula el “venceremos”, en el entendido que ya no funciona como una expresión que defina a una obra que orienta sus esfuerzos a la conquista de un territorio para así incrustar la bandera roja sobre una burguesía vencida. El “venceremos” será el mandato orientado a la realización de una obra. Sin embargo, la subversión operada por Matta, trastoca tal gramática y nos abre al “ven-seremos” que ya no designa la obra de una conquista sino el afecto de un común. “Ven” invita a otro sin el cual no podríamos “ser” –dice la nueva expresión. Por eso, el “ser” aquí comprometido no es el término unívoco de la metafísica, sino uno atravesado por otro que siempre lo compone. Así, el “ser” no calza consigo mismo, y no puede ser “uno” sino siempre múltiple.

Julio Cortés Morales / ¿Al fascismo sabremos vencer?

Filosofía, Política

(Penúltimo capítulo de La religión de la muerte, Postscriptum sobre viejos y nuevos fascismos, Editorial Tempestades, 2023).

Entramos a la última parte de este libro, haciendo ver que en octubre del 2022 se cumple el centenario del ascenso al poder de Benito Mussolini, y que en las elecciones de fines de septiembre la gran ganadora fue su admiradora Giorgia Meloni, militante desde los 15 años en la juventud del explícitamente neofascista Movimiento Social Italiano y actual dirigenta del partido Fratelli d’Italia (Hermanos de Italia), que varios identifican como estando a medio camino de la derecha populista radical y el posfascismo, quedando a pasos de convertirse en la primera mujer jefa de gobierno de la historia italiana[1].

Hemos dedicado bastante tiempo y espacio a discutir sobre los viejos y nuevos fascismos, y se necesitaría un libro aparte para referirse al “antifascismo” con todo el detalle y atención que se merece.  Pero es necesario abordar, aunque sea a grandes rasgos, la cuestión de cómo combatir a la reacción en general, y al fascismo en particular, a la luz de la experiencia histórica de estos 100 años. Amadeo Bordiga, que ha sido acusado de menospreciar los riesgos que representaba el fascismo en el momento de su aparición[2], señaló alguna vez que “el antifascismo es el peor producto del fascismo”. En tiempos como los actuales en que ser “antifa” es una identidad, una frase como la de Bordiga resulta incomprensible, si es que no abiertamente reaccionaria. Un aporte clave para comprender estas posiciones comunistas no oficiales es el breve texto del periódico de la izquierda comunista italiana Bilan, publicado en el exilio belga en el año 1934 y titulado contundentemente como “El antifascismo: fórmula de confusión”[3]. En efecto, nos dicen estos camaradas, el antifascismo “idealiza la confusión” y “se da como tarea agrupar a todos aquellos que están amenazados por el fascismo en una especie de ‘sindicato de los amenazados’”.