La Deconstrucción nos ofrece, acaso, una matriz genealógica para comprender que la cultura argentina de la inmigración no es una síntesis, sino el proceso inmanente de una traducción fallida. La argentinidad, como apropiación de una lengua en el pliegue del desarraigo, se revela —no sin cierta melancolía— como una estructura monolítica que abraza el fracaso de la traducción. El desbande dialectal ítalo-argentino, esa polifonía del «cocoliche», no fue un accidente, sino la aporía identitaria en su estado constitutivo, la «intraducción» erigida en fundamento. La cultura, en este sentido, es la supervivencia misma de las lenguas, un mundo de lunfa-hablantes existenciales donde la alteridad no se asimila, sino que se transmuta en la voz propia de la nación.
Cuerpo
Mauricio Amar / Lo que los líderes del mundo quisieran
Filosofía, PolíticaLo que los líderes del mundo quisieran es que los palestinos fuesen masacrados sin ofrecer resistencia. Tal vez ahí sí podrían sentir lástima, incluso llorar al ver a los niños mutilados y ciegos, tal vez así verían la inhumanidad del sionismo, sólo para corroborar que el curso de la historia, el patrimonio cultural de la humanidad, lleva escrito con sangre el nombre de los vencedores. El problema de los palestinos, para estos líderes, es que su existencia consista en resistencia. Que más allá de todos los despliegues de sus aparatos de muerte, sus cuerpos se levantan una y otra vez. Cierto, mutilados. Cierto, ciegos. Pero erguidos. Este es un problema grave, porque a fin de cuentas lo que los palestinos hacen es crear una nueva imagen acerca de qué es lo que puede un cuerpo.
Alejandra Castillo / El teatro de Ernesto Orellana y su doble
Estética, FilosofíaUn número, una cifra, una fecha. Una notación numérica breve que detiene el tiempo, lo paraliza en un año, 1984. ¿Cuántos años hay en un año, cuántas vidas en él? Una a una se superponen historias, memorias, fechas ineludibles. En una sola cifra se superponen incontables vidas, algunas recordadas, muchas otras que se olvidan.
1984, año de la distopía de Orwell. 1984, primer paciente confirmado con VIH en Chile, su nombre es Edmundo Rodríguez. 1984, nacimiento de Ernesto Orellana, dramaturgo, director de teatro chileno, activista de la disidencia sexual. En esa superposición de vidas se trama la obra teatral Edmundo, un relato íntimo que en la forma de un monólogo da cuerpo y vida a la documentación del primer caso del VIH en Chile que la prensa amarillista del período llamó “cáncer gay” en exacta superposición con el “cáncer marxista” con el que la dictadura cívico militar de Pinochet nominaba a la militancia de izquierda.
Aldo Bombardiere Castro / Para escribir y resistir con el cuerpo. Janet Toro: tres escenas y una crónica
Arte, Estética, Filosofía, PolíticaPreludio
No quiero escribir esto. Me gustaría tener el ánimo suficiente, un mínimo de alegría capaz de brindar el latido más enérgico a mis arterias, pero, la verdad, no quiero escribir esto. Quisiera poder escribir con el cuerpo: no tener que escribir esto.
Creo que en la conferencia titulada Literatura + Enfermedad = Enfermedad, contenida en el libro póstumo El gaucho insufrible (2003), Roberto Bolaño señala que cuando la melancolía o la angustia nos invade, y ya no hay ganas de escribir ni ganas de follar, entonces sólo nos queda viajar.
Al final, viajar no es tan distinto de escribir ni de follar, y, tal vez, sólo en virtud de tal semejanza, la acción de viajar comparte con los otros dos la cualidad de producir una suerte de transitorio antídoto o antidepresivo contra la locura, contra la muerte y, sobre todo, contra el tedio, esa reseca desolación del alma ya desprovista de la tenue belleza que porta la melancolía.
Monica Ferrando / Cuatro entradas sobre la chôra
Estética, Filosofía1 de Abril. Sin imaginación no hay pensamiento de la «chôra» .
En la tercera especie, en la que es el devenir visible el que acontece incesantemente, son las imágenes, es decir, el resultado de la imitación (mimèmata). El nombre de esta «tercera especie» fue, según Aristóteles, el de hyle, término nunca utilizado por Platón salvo en el sentido de «materia para la construcción» (69b) y adoptado, en cambio, por Aristóteles como sinónimo de chôra (Física 209b, 11-16). La concepción de esta tercera especie definida por Platón como «difícil e incierta» (49a) resplandece en la Enéada III de Plotino a propósito de la idea de «grandeza», donde «materia» e imaginación parecen superponerse, revelándose en la virtud omniabarcante del alma, en la que sólo las formas acceden a la palabra, que sigue siendo el único anclaje firme de las ideas despertadas por ella. Leemos en Plotino: “Tampoco se identificará con la Magnitud misma, porque la Magnitud es una Forma, y no algo receptivo. Además, la Magnitud es magnitud por sí misma, no magnitud de un modo determinado. Sólo que, como la Magnitud sita en la Inteligencia o en el Alma desea tomar magnitud, por eso dio poder a los seres que sienten una especie de deseo de imitarla, aspirando a ella o poniéndose en marcha hacia ella, para que inyectasen en otra cosa su propio sentimiento. En consecuencia, en el curso de su manifestación progresiva, la Magnitud hizo que la pequeñez de la materia emprendiese el mismo curso en dirección, justamente, a esa misma magnitud. […] El color proviene de un principio que no es color, y la cualidad sensible, de un principio que no es cualidad; más por el hecho mismo de manifestarse, tomaron un nombre que les viene de sus principios. Pues lo mismo le sucede a la magnitud, la cual proviene también de un principio que no es magnitud o lo es meramente de nombre. Es que las referidas manifestaciones son consideradas como intermedias entre la materia misma y la forma misma. Se manifiestan porque provienen de allá pero son engañosas porque el sujeto en que se manifiestan no es real. Ahora bien, las cosas particulares toman magnitud porque se dilatan en virtud de la potencia de las imágenes que se reflejan y se hacen sitio, mas se dilatan en todas direcciones sin violencia porque el universo existe por la materia. Cada imagen determina una dilatación proporcional a su potencia, y esta potencia la posee como propia, pero la recibe de allá. La causa de la aparente magnitud de la materia estriba en el reflejamiento de la Magnitud, y ésa es la magnitud refleja, la magnitud de aquí. Mas la materia, sobre la cual la magnitud se ve obligada a coextenderse, se brinda a ello toda a la vez y en todas partes. Esto se debe a que es materia y materia de algo determinado, pero no algo determinado» (Enéadas, III, 6, 17-35). Al mostrar que está empujando a la materia hacia un estado de absoluta pasividad que podría preludiar peligrosamente la res extensa cartesiana, Plotino revela esa inseparabilidad de la chôra de las imágenes y del poder de la imaginación, así como lo demuestran los pasajes del Timeo en los que la palabra, partiendo de su aspecto propiamente literal, sigue siendo el punto crucial e inatacable de todo discurso sobre la naturaleza de las cosas.
Javier Agüero / Jacques Derrida: el menos judío siempre judío
FilosofíaTraiciona su tradición
Habría en Derrida, como lo sostiene Gérard Bensussan, “una afirmación negativa de sí” (“Le dernier reste”, 2003). Resentimos en su escritura un temblor de circuncisión que se desplaza constatando un cuerpo, desde siempre, mutilado; escindido de alguna manera y condenado a la nostalgia de la suplementariedad desde su nacimiento o, para ser precisos, después de ocho días de nato, tal como lo impone la tradición judía. Serían ocho días en que se vive fuera de cualquier mandato, sin pertenencia y en el vapor de una alianza que aún no es consumada. No obstante, todo se “encarna” pasado este tiempo, imprimiendo en el cuerpo la orden que Dios da a Abraham y que hará posible el pacto:
