Anarquismo y hegemonía
¿Es posible, en un país que ya no es asediado sino gobernado por la ultra derecha, encontrar en el anarquismo algunas pistas para una suerte de rehabilitación, posterior al necesario duelo, de la izquierda o lo que quedó de ella? ¿Cuán factible es leer en el anarquismo una potencia política real más allá de las caricaturas y entenderlo como una agencia real en la disputa por la hegemonía extraviada, perdida o colonizada por el neofascismo? La cuestión es seria, si los partidos tradicionales no oxigenan las arterias ni bombean nada a una izquierda en ruinas y solo se han limitado a construir coaliciones de ocasión con puros fines electorales ¿cómo hacer del anarquismo una forma de organización que responda a las múltiples alternancias políticas, movimientos contra-capital, comunidades anti-extrema derecha, en fin?
Cierto que esto parece utópico y se figura como un reflejo de lo imposible. Sin embargo, de manera incipiente, se cree, sería pensable una lectura anarquista que pueda reconectar con los olvidados del mundo y pensar, sino en un partido, en algo así como un movimiento anarquista disponible para entrar en la disputa y contraerse de esa pura especulación folclórica en la que ha sido dejado en cautiverio por el cómic de la historia.
