Un cuerpo cuya materialidad no sea otra cosa que la leve hendidura que produce una mano sobre la carne. Alejandra Castillo.
En la tensión secreta y sustraída entre la falo-escritura y la palabra prestada de una voz en deslizamiento exilico del logos patriarcal, que se lee en Matrix. El género de la filosofía de Alejandra Castillo, se anuncia también la instalación ana-sémica y des-sujetada de una materialidad cósmica e impropia de las palabras que eluden constantemente el dispositivo policial del género- sujeto -de la filosofía del padre. Por el contrario, el texto performance que mueve los hilos del significante en Matrix, es la fuga inubicable de la khora- móvil que se muestra como resto- stasis y gesto- que excede los bordes de toda soberanía, la topología abismal del vacío que se construye como cuerpo constelado y “des-aferrado” de cualquier identidad que lo remita a un origen.
