Mauro Salazar J. / Goyeneche y Expósito. Sin fe, ni maquillaje

Estética, Filosofía, Música

Porque ese cielo azul que todos vemos, ni es cielo, ni es azul. Lástima grande que no sea verdad tanta belleza”. Lupercio de Argensola (1559-1663).

La elasticidad del “contrato tímbrico” de Roberto Goyeneche hace de su voz (glotis) un “medio y una “mediación” en la producción de sentidos y figuraciones de lenguaje. Una máquina especular que, en los años 70’, detonó agenciamientos semánticos y expresivos en temporalidades que combinan pulsaciones, articulaciones, momentos intersticiales y dinámicas rítmicas.

Aldo Bombardiere Castro / Divagaciones: Poema

Literatura, Poesía

Extendió su cuerpo hacia atrás con los brazos alzados sobre la cabeza. La silla crujió suavemente. Por fin había terminado. Tan sólo restaba el título: elegir un título directo y punzante, capaz de atestiguar la torrencial violencia de los versos. Se inclinó hacia delante, apoyó los codos en la mesa y sostuvo su frente con ambas manos. Esta vez la silla no crujió. Sorprendido, sintió que el pecho se le comprimía. Buscó respirar profundo y con lentitud, pero, en cambio, lo embargó un inesperado bostezo, como si recién hubiese concluido una intensa jornada de trabajo -cuestión que de alguna manera era cierta-. Sin quererlo, sus párpados cedieron y nublaron su vista, mas no el infierno de su alma: el dolor de cabeza le despertó la imagen de que su cerebro no encajaba con su cráneo. Mareado, se levantó de la silla. Caminó hacia el ventanal mientras la pantalla del computador se ennegrecía. Afuera, un atardecer salvaje y repleto de acuarelas fueguinas se mecía sobre la ciudad. En un arrebato de ingenuidad, acarició la idea de titular a su poema «Ocaso”. Pero dicho título pecaba candidez: necesitaba algo menos contemplativo, más ardiente y visceral, como la sed que nos desgarrará justamente el día después del último ocaso. De pie, encendió un cigarro y, tras aspirarlo solamente una vez, permaneció absorto hasta que terminó de consumirse. Pensó muchas cosas, quizás demasiadas, cosas que no cabían en el poema ni menos en su posible título. Pensó en sus hijos y, más disolutamente, en sus padres; luego pensó en el mar y en África; en Rimbaud, en Palestina y en Dios; pensó en todo eso mientras el crepúsculo proyectaba ante su mirada el propio apocalipsis de sus entrañas. Obviamente también pensó en su poema, el cual sin duda debía ser un gran poema (inmediatamente tras ese acto de pensamiento sospechó de la enunciación de la palabra “sin duda” en ocasiones donde ha de imperar la supuesta certeza de que lo enunciado no merece duda). Finalmente, antes de volver al escritorio, se convenció de que se sentía así precisamente gracias a la grandeza de su poema. Como una ráfaga delirante, justo cuando se sentaba, lo maravilló la súbita idea de pasar el resto de sus días a la sombra de esos versos intitulados: comprometerse con la tarea de encontrar un título a un gran poema, bien podía constituir el tema de una novela: justamente la carencia de título permitiría abrir la experiencia de un poema perfecto e infinito, capaz de brindarle sentido y cobijo, ebriedad y pan, regocijo y sobrevivencia hasta los confines de su vida y hasta el final del tiempo. Para él sólo eso era suficiente y necesario: la eternidad. Por ello, a la oscura luz de su intitulado poema se sustraía la amplitud de todos los horizontes: todo lo otro, lo fragmentario, el mundo con sus limitaciones, la promesa de Paraíso cuya función consiste en dilatar la llegada del Paraíso, los pecados que un día atormentaron a los hombres y el terror que ha mantenido a las bestias en calidad de bestias. Nada importaba en cuanto tal, ni siquiera él mismo importaba. En el fondo, tampoco importaba la eternidad, pues -recién ahora lo comprendía- nunca había existido fondo ni eternidad, ni lenguaje intocable ni conceptos vacíos. Todo era superficie: pliegues, despliegues y repliegues de una absoluta topología. Lo único importante era “éste aquí” ya sin nombre: una dicha en su anuncio creciente, un ocaso desraizado de la catástrofe, el advenimiento de un placer -desde ya- jamás culpable, el erotismo de unas formas liberadas y liberadoras de cualquier objeto. En fin, sólo importaba la conjunción entre lo ofrendado ante su mirada y el caleidoscopio de fantasías que se posaba sobre la piel del universo. Y por medio del incoincidente (o imposible) título de aquel poema, era la misma porosidad del universo la que no cesaba de respirar.

Miguel Ángel Hermosilla / Sobre Ensayos desde la incertidumbre. Escritos sobre acción y reacción de Gonzalo Jara Townsend

Sin categoría

“Despoje la acción política de toda forma de paranoia unitaria y totalizante”. Michel Foucault. Reglas para una vida no fascista.

Ensayos desde la incertidumbre. Escritos sobre acción y reacción, es el más reciente libro de Gonzalo Jara Townsend. Publicado por la editorial Inubicalistas y Voces opuestas a fines del 2023. En este texto ensayo, Gonzalo Jara Townsend se propone identificar y pensar los fundamentos teóricos de las arremetidas neofascistas en la escena general de la mutación del capitalismo global contemporáneo y sus derivas subversivas. Se trata de un ejercicio critico intenso y extenso que reúne ocho ensayos heteróclitos con una inspiración en común; que es pensar la actualidad de los fundamentos ideológicos de una nueva derecha tradicional y populista ligada a los valores nacionales y a la mitología de lo propio relativa a la vuelta de una civilización apegada a la verdad de una identidad inalterable que habría sido objeto de pérdida y que estaría por ser recobrada- “retomar la tradición espiritual ancestral universal” según el fascismo ocultista y esotérico de Evola1-.

Gerardo Muñoz y Philippe Theophanidis / ¿Por qué volver a la Rue Saint-Benoît? Conversación sobre un seminario

Estética, Filosofía

GM. Philippe, desde hace ya algún tiempo nos interesamos por la “escena” de la Rue Saint-Benoît, cuyo desenlace ha sido un seminario. Ya tengo muchas ganas de debatir cuestiones ciertamente apremiantes y difíciles. Me parece que el primer problema del Grupo Rue Saint-Benoît es cómo resiste las periodizaciones y categorizaciones propias de la historia literaria que siempre busca “restituir” al objeto para alejarlo aún más del pensamiento. En un tono abiertamente irónico, vale recordar que Dionys Mascolo, en una entrevista tardía, calificó la experiencia de Saint-Benoît como una especie de comunidad monástica [1]. Sin embargo, esto también parece insuficiente si nos aferramos a la idea de que los diferentes estilos de quienes circulaban en la escena de la Rue Saint-Benoît se unieron para poner en marcha un movimiento de pensamiento profundamente experiencial, arraigado en la vida y no sólo en la realidad o en la dimensión sensorial de la letra, por evocar el espíritu de Hugo de San Víctor. Ciertamente, la experiencia del grupo de Saint-Benoît se midió con el colapso de la política; de la transformación de la política en totalitarismo y en política extática de la que jamás saldría. Por supuesto, sabemos que el monasterio no tiene exterior, y sólo conoce reglas y obligaciones formativas para preparar el abandono del mundo. Creo que en Saint-Benoît había mucho más en juego. Mi hipótesis inicial es la siguiente: la insistencia de la Rue Saint-Benoît en las condiciones de la amistad en el pensamiento siempre tuvo como tonalidad fundamental confrontar la desconexión entre vida y mundo, por más efímero e intenso que pueda ser cualquier encuentro. La noción de “rechazo”, tan común a sus diferentes estilos y que sigue filtrando instituciones en nuestro presente; en principio, también fue un ejercicio contra todas las dispensaciones más o menos programáticas. De ahí que Mascolo dirá en los últimos años de su vida: “Todas las utopías se han transformado en cárceles” [2].

Bassem Saad / El martirio de Palestina trastorna el mundo del Derecho

Filosofía, Política

La noche del viernes 27 de octubre de 2023, me senté perplejo frente a la emisión en directo de Al Jazeera mientras Israel bombardeaba indiscriminadamente la Franja de Gaza. Las bombas cayeron bajo la oscuridad total, producida por un apagón eléctrico y de telecomunicaciones forzado por Israel. Una mitad de la pantalla dividida emitía imágenes en directo del paisaje urbano de Gaza, espasmódicamente iluminado por los bombardeos, mientras la otra mitad retransmitía los metódicos procedimientos de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Rodrigo Karmy Bolton / Apagar la luz

Filosofía, Política

La cuestión palestina deja todo demasiado claro. Tanto que ya no hay que explicar o indagar en torno a aquello que se oculta, se esconde o se vela, sino precisamente a aquello que se muestra, está al descubierto y no deja de desvelarse para nosotros. Nada está oculto, más bien todo resuena transparente. Véase Gaza. Hace años que todo el mundo la ve, que se sabe de ella, que se muestran sus mortales cifras y sus bombas que estallan de vez en cuando, cada vez de manera más cotidiana. Véase la situación de los asentamientos de colonos judíos. Hace años que todos vemos cómo despojan a los palestinxs de sus propiedades, cómo los bulldozer, sus milicos y los tribunales de justicia israelíes, impulsan la colonización y expulsan a lxs palestinxs de manera sistemática de sus hogares. Véase la situación general de la Palestina histórica: hace 75 años que hemos contemplado un proceso de aniquilación, expulsión sistemático y ocupación, con resoluciones internacionales a la vista, con mapas disponibles, con informes internacionales de derechos humanos absolutamente a mano. Véase el muro construido en 2003: no sólo está a la vista de todxs, sino que mide 9 metros de alto (más que el muro de Berlín que medía 3) para que sea visto, y lleva más de 800 km de largo. Los tribunales han declarado su «ilegalidad» y, por supuesto, esto tampoco está oculto, sino expuesto a vista de todxs. Véase los 4 últimos meses de intensificación del genocidio sionista sobre Gaza: todos los días -pero todos los días- tenemos con relativa exactitud las cifras de los asesinados y sus algoritmos de la muerte. Todos los días sabemos de la destrucción de infraestructura crítica, hospitales, escuelas y universidades. Incluso, se nos ha mostrado el video de una Universidad –varias en realidad- hecha estallar por explosivos israelíes. La cuestión palestina no es una situación en la que se «oculte» algo, sino en lo que está todo a la “luz del día”. Explicar la transparencia, desafiar el encandilamiento de Palestina, he aquí el trabajo político-intelectual, el asunto crítico a desmantelar, la luz que tenemos que apagar si queremos pensar.