Javier Agüero Águila / La izquierda y su invención anarquista ¿Es posible?

Filosofía, Política

Anarquismo y hegemonía

¿Es posible, en un país que ya no es asediado sino gobernado por la ultra derecha, encontrar en el anarquismo algunas pistas para una suerte de rehabilitación, posterior al necesario duelo, de la izquierda o lo que quedó de ella? ¿Cuán factible es leer en el anarquismo una potencia política real más allá de las caricaturas y entenderlo como una agencia real en la disputa por la hegemonía extraviada, perdida o colonizada por el neofascismo? La cuestión es seria, si los partidos tradicionales no oxigenan las arterias ni bombean nada a una izquierda en ruinas y solo se han limitado a construir coaliciones de ocasión con puros fines electorales ¿cómo hacer del anarquismo una forma de organización que responda a las múltiples alternancias políticas, movimientos contra-capital, comunidades anti-extrema derecha, en fin?

Cierto que esto parece utópico y se figura como un reflejo de lo imposible. Sin embargo, de manera incipiente, se cree, sería pensable una lectura anarquista que pueda reconectar con los olvidados del mundo y pensar, sino en un partido, en algo así como un movimiento anarquista disponible para entrar en la disputa y contraerse de esa pura especulación folclórica en la que ha sido dejado en cautiverio por el cómic de la historia.

Mauro Salazar J. / Tironi ante el espejo de la Restauración. Artes de la huella

Filosofía, Política

«Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los años puebla un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de montañas, de bahías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara». El hacedor (1960), epílogo.

Higienes de la memoria

En las últimas horas Eugenio Tironi ha reparado en las palabras de José Antonio Kast porque habría apelado luego de su triunfo electoral, «a la disciplina, al orden, a la jerarquía, a la limpieza, a la exigencia de los padres hacia los hijos, hacia la salud y el cuidado personal, la educación física. O sea, ciertas virtudes personales que serían la base de una sociedad sana, basada, por cierto, en la familia y obviamente bajo la égida, la protección, de Dios, que fue invocado varias veces en su discurso». Tironi: Kast se presenta como una restauración del Chile aristocrático del siglo XIX (Cooperativa.cl).

Tironi destila una gestionada perplejidad frente a una restauración integrista de largo aliento, invoca la motosierra de Milei y el ama conservadora-guzmaniana. No se trata de volver tediosamente (o, de cualquier manera) a impugnar sus enunciados, ni gatillar a la bandada contra su lograda expansión en materia de asesorías, sino observar los efectos políticos de enunciación (gestos, rictus, señales). Hay densificación en el personaje y su trayectoria, no aludimos a un converso más. Con todo ha borrado, o cree haber borrado, las huellas de su propia conversión (ex militante devenido empresario), sino cómo hoy analiza el triunfo de la derecha con la distancia serena, aséptica, del «sociólogo neutral». Lo que habría que interrogar es precisamente su neutralidad argumental: ¿desde qué lugar habla quien ha atravesado el espectro político entero —de la militancia al establishment— y ahora se instala en una exterioridad ficticia, como si su propia trayectoria no estuviera cifrada en aquello mismo que describe?

Salvatore Spina / Cultura de derechas hoy

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El año, ya próximo a su conclusión, ha registrado, en el ámbito de las ciencias filosóficas, algunas publicaciones interesantes sobre el tema del fascismo.

En el mes de septiembre Roberto Esposito, probablemente el filósofo político más importante dentro de la Italian Theory, publica para Einaudi un volumen intenso, titulado Il fascismo e noi. Un’interpretazione filosofica. En estas páginas el filósofo napolitano da forma a una interpretación completamente particular del fascismo italiano y de los fascismos en general, poniendo de relieve cómo el análisis histórico del fenómeno fascista es necesario pero no suficiente para captar hasta el fondo su alcance epocal. Solo las herramientas de la filosofía son capaces de comprender plenamente cómo «el fascismo no es un régimen, un movimiento, una doctrina —o mejor, que es todo esto, pero ante todo es una máquina metafísica que puede definirse “generativa” en cuanto capaz de generar sus propias condiciones de existencia y expansión» (Esposito 2025, pp. XII-XIII).

Tariq Anwar / La piedra que ve

Filosofía, Política

Lo que hoy se manifiesta bajo el nombre de Palantir no es simplemente una empresa tecnológica entre otras, sino la cifra misma de una transformación decisiva en la relación entre poder y vida. El nombre, como es sabido, remite a las esferas videntes de Tolkien, que permitían ver a distancia y en el tiempo —pero también, significativamente, ser vistos y manipulados por quien detentaba la esfera más poderosa. Nombre apropiado para una máquina que pretende volver transparente todo movimiento humano a los ojos de un poder que permanece, él mismo, rigurosamente opaco.

Es preciso reflexionar sobre el hecho de que la misma infraestructura técnica que acelera el exterminio en Gaza gestiona los flujos migratorios en las fronteras estadounidenses, coordina las agencias de inteligencia y administra los datos sanitarios de poblaciones enteras. No se trata de una coincidencia ni de un simple negocio comercial: es la revelación de una unidad profunda. La guerra, la frontera, la salud y la seguridad ya no son esferas distintas, sino modulaciones de un único dispositivo de gobierno que tiene en la gestión algorítmica de la vida su propio centro operativo.

Mauro Salazar J. / El derrumbe ilustrado. Liberalismo, babelización y progresismos en fuga

Filosofía, Política

Escena de escenas: coup d’État.

Sin abjurar de sus plásticas, en las últimas horas Carlos Peña ha destilado una melancolía gestionada sobre los límites del liberalismo chileno (más allá de Bilbao, Arcos, la generación de 1913) respecto a sus enunciados performativos. Habría que precisar, si tal discernimiento entre el liberalismo histórico (que nunca existió en Chile, salvo en su dimensión decimonónica, anticlerical), como promesa incumplida y el liberalismo como gramática que organiza posiciones u horizontes sin habitarlos. Se desliza entonces una sospecha liminal, el liberalismo vive de una promesa que él mismo traiciona, y esa traición no es accidental sino constitutiva. El liberalismo fáctico (despinochetización) traiciona el espectro de una promesa que lo precede y excede, resto inasimilable en el corazón de aquello que pretende fundar.

Inquirición ¿Y cada columna dominical era un ritual de duelo fallido convertida ella misma en mercancía simbólica? Tribulaciones de una ficción normativa —racionales, públicos y liberales— que comienzan su lento desmoronamiento. Aunque no abrazamos la crítica glotona que pesa sobre Peña, la estética primitiva de la denuncia, sabemos que la modernización pierde su púlpito centrista. El propio rector ha subrayado hace dos días una «genealogía» (para entender actuales entusiastas) que descansaría en Jaime Eyzaguirre, devoto hispanista cuya sombra se proyectó sobre la revista Portada, fundada en 1969 por intelectuales nacionalistas vinculados al Opus Dei. Linaje de una tradición que se quiso ilustrada sin serlo, cobertura discursiva para una matriz corporativo-nacional que articuló, en los intersticios del autoritarismo, la combinatoria entre hispanidad católica y neoliberalismo económico: sutura que la dictadura consolidaría como atmósfera, como paisaje naturalizado donde lo contingente devino necesario y lo históricamente producido se presentó como suelo, como origen que nunca fue tal.

Maurizio Lazzarato / ¡Combatir la máquina genocida! Repensar el dos, la división, la revolución

Filosofía, Política

¡El neoliberalismo nunca ha existido!

El paso del fordismo al llamado neoliberalismo se produce a través del despliegue de la «potencia de lo negativo», ejercida no por individuos —como querría el liberalismo— sino por Estados, instituciones, monopolios, grupos sociales, partidos políticos, fuerzas militares, etc. La afirmación de un nuevo sistema económico‑político‑militar se realiza ante todo a través de la destrucción: negación de las clases tal como habían salido de la Segunda Guerra Mundial (tanto las clases revolucionarias del Sur del mundo como las comprometidas en luchas más reformistas, pero también las clases dominantes de inspiración keynesiana); negación de los dispositivos económicos de los «treinta años gloriosos» (el funcionamiento de la moneda, del salario, del welfare, de los servicios públicos, etc., según los principios keynesianos); negación de las instituciones de aquella época, en particular de la democracia, juzgada incompatible con el capital; negación de la cultura del «compromiso» instaurada en la posguerra.

Solo recordamos aquí algunas fechas «simbólicas» (y los acontecimientos que se les vinculan) de este proceso al mismo tiempo de negación y de afirmación, describible como una larga serie de decisiones, amenazas, intimidaciones, chantajes, guerras civiles, imposiciones unilaterales fundadas en la fuerza del imperio estadounidense. A diferencia de la transformación en curso, de la revolución conservadora de los años setenta y ochenta tenemos todos los documentos necesarios para hacer un balance de su desarrollo y podemos constatar fácilmente que se trata de la matriz de nuestro presente.