Dionisio Espejo Paredes / Fronteras interiores. Biopolítica y usos del miedo en la construcción del «otro» arabe-musulmán

Filosofía, Política

1. Violencia Estructural y Construcción del Otro

Este escrito analiza la continuidad histórica de la violencia contra poblaciones musulmanas, desde el genocidio de Srebrenica (1995) hasta la ofensiva en Gaza (2024), mostrándola como manifestación de una estructura profunda en la política occidental. A través de un enfoque interdisciplinar que combina filosofía política, estudios culturales y teoría crítica, se identifica un patrón recurrente de deshumanización y complicidad internacional. Intentamos identificar cómo la islamofobia opera como mecanismo estructural en la construcción identitaria europea, actualizando viejos arquetipos del «enemigo otomano» en figuras contemporáneas como el «inmigrante ilegal» o el «terrorista».

Tratamos de descubrir la instrumentalización política del miedo como herramienta de dominación, examinando sus raíces filosóficas —desde el platonismo hasta el nihilismo contemporáneo— y su manifestación en regímenes emocionales que favorecen el autoritarismo. Frente a esta realidad, el queremos contraponer la esperanza activa y el pensamiento crítico como antídotos necesarios para desmontar estas estructuras de violencia. El análisis concluye que solo mediante una reapropiación del proyecto ilustrado y el reconocimiento ético del otro puede construirse una política auténticamente emancipadora.

Partiendo del marco teórico de la experiencia del shock (Benjamin, Adorno, Klein) y la construcción del «Gran Otro» (Žižek), se examina cómo la islamofobia opera como tecnología biopolítica que gestiona el miedo y legitima la exclusión. El estudio establece tres ejes analíticos principales, en primer lugar la continuidad genocida desde Bosnia hasta Palestina, en segundo puesto los usos políticos del miedo como herramienta de dominación, y en tercer lugar la genealogía histórica de la islamofobia en la construcción identitaria europea. Queda en evidencia cómo el poder contemporáneo moviliza pasiones fóbicas mediante estrategias de shock permanente, donde la figura del musulmán encarna sucesivamente al «turco interior», al «terrorista» y al «inmigrante amenazante». Frente a esta economía afectiva del miedo, se propone la esperanza como categoría política emancipadora, capaz de desmontar los dispositivos de dominación emocional.

Dionisio Espejo / Nuestras verdades y las de los otros. De Nietzsche a Derrida

Estética, Filosofía, Política

1. Contextos discursivos

El trabajo de la reflexión estética sobre el estatuto de la ficción, especialmente en el ámbito anglosajón, reducen la experiencia artística al marco psicológico. En ese contexto, la verdad se limita a nombrar una relación entre el sujeto, sus emociones y el objeto. De igual forma, todo el problema metafísico suscitado por la ficción artística y su inserción social e histórica se reduce a un compromiso individual. La apariencia y la exterioridad son interiorizadas. Sin embargo, no podemos considerar el concepto de verdad únicamente desde una perspectiva individual y psicológica. Sabemos que la verdad o la mentira solo pueden evaluarse dentro de un determinado marco o contexto social. Ahora bien, considerar que la verdad es una construcción social no implica que cada quien tenga «su verdad». Sí, la verdad es una construcción, pero social, no meramente psicológica, aunque también podamos reconocer que cada psique posee una determinada «voluntad de verdad» (Foucault). Nietzsche nos explica con detalle cómo se fabrica ese consenso que llamamos verdad: su estatuto lingüístico, su carácter conceptual como mera transposición de una serie de impulsos nerviosos y, en definitiva, su origen metafórico. Se trata de un cierto nominalismo nietzscheano, cuyo fundamento genealógico nos sitúa ante una posición originaria del acto de nombrar, que nunca es literal: el nombre nunca es el de la cosa en sí, sino una convención que atribuimos a la cosa.

Giorgio Agamben / Nuevas reflexiones

Filosofía, Política

¿Estamos viviendo, con este confinamiento forzado, un nuevo totalitarismo?

«En muchos aspectos se formula ahora la hipótesis de que estamos viviendo el fin de un mundo, el de las democracias burguesas, basado en los derechos, los parlamentos y la división de poderes, que está dando paso a un nuevo despotismo que, en lo que respecta a la omnipresencia de los controles y el cese de toda actividad política, será peor que los totalitarismos que hemos conocido hasta ahora. Los politólogos estadounidenses lo llaman el Estado de Seguridad, es decir, un Estado en el que «por razones de seguridad» (en este caso, «salud pública», término que hace pensar en los notorios «comités de salud pública» durante el Terror) se puede imponer cualquier límite a las libertades individuales. En Italia, después de todo, estamos acostumbrados desde hace mucho tiempo a una legislación de decretos de emergencia por parte del poder ejecutivo, que de esta manera sustituye al poder legislativo y de hecho suprime el principio de la división de poderes en el que se basa la democracia. Y el control que se ejerce a través de las cámaras de vídeo y ahora, como se ha propuesto, a través de los teléfonos móviles, supera con creces cualquier forma de control ejercido bajo regímenes totalitarios como el fascismo o el nazismo».

José Correa / El arte como el Gran Rechazo. La (des)humanización de la estética

Arte, Estética, Filosofía, Política

Filósofos como Marcuse han subrayado las propiedades liberadoras del quehacer artístico. Pero si hemos de pensar el arte como el Gran Rechazo, es necesario mostrar qué rechaza el arte y con qué busca sustituirlo. Respecto a estas preguntas, existen dos respuestas antagónicas. Mientras una busca en la experiencia artística rechazar lo dado en nombre de una verdad intemporal, la otra también reniega de lo dado, pero admite el carácter provisorio de toda verdad. Aunque en apariencia sutil, esta distinción es sustancial. A partir de una lectura de Platón, muestro por qué en la primera posición no hay cabida para lo humano, y por qué de ella se desprenden implicaciones totalitarias. Para caracterizar a la segunda posición, me sirvo de la concepción estética de Octavio Paz y de la propuesta escultórica de Alexander Calder. Ambas propuestas permiten conciliar la insatisfacción que palpita en el arte con la alteridad que caracteriza a lo humano.

Roberto Esposito / Totalitarismo o biopolítica

Filosofía
A pesar de su frecuente confusión, los paradigmas de totalitarismo y biopolítica resultan muy heterogéneos. Mientras el libro de Hannah Arendt, Los orígenes del totalitarismo, todavía parece inscrito dentro del marco de la filosofía de la historia, aunque sea invertido y vuelto hacia el origen perdido (la polis griega), la categoría de biopolítica, tematizada a mitad de los años setenta por Michel Foucault, pero anticipada ya en la obra de Nietzsche, impide toda reconstrucción lineal de la relación entre pasado y presente. La conexión directa entre política y vida biológica, que se establece desde un cierto punto de vista, altera radicalmente la filosofía política moderna y la aprehende desde un nuevo horizonte de sentido. Por otra parte, mientras Arendt, pese a la deconstrucción de la idea de derechos humanos, no elabora una verdadera crítica del derecho, Foucault discute explícitamente el nexo entre derecho individual y soberanía estatal.

Gonzalo Díaz Letelier / El dispositivo gubernamental, su totalización moderna y el afuera de los paganos

Filosofía

A partir de la distinción que Michel Foucault hace, en el seno de su concepto de subjetivación, entre la “sujeción” y el “arte de vivir”, enfocaremos en un primer momento la descripción genealógico- arqueológica de la deriva de las tecnologías de sujeción –producción de subjetividad– que van desde el poder pastoral de corte eclesiástico hasta el poder gubernamental de corte estatal y el poder mercantil-veridictivo de corte post-estatal. Sobre esta base consideraremos la deriva totalitaria moderna, que en Foucault tiene el carácter de una biopolítica, como convergencia y anudamiento del “doble vínculo” entre procedimientos de totalización política y técnicas de individualización moral –en este sentido haremos referencia, por una parte, a las indicaciones de Giorgio Agamben respecto de la confluencia totalitaria entre soberanía política y gubernamentalidad económica, y por otra parte, al vínculo que plantea Rodrigo Karmy entre el dispositivo gubernamental moderno y el concepto biopolítico de “civilización”.